ELCHE. Elche ha vuelto a crecer en afluencia turística y gente en las calles en las fiestas patronales de este año, como lo hizo también en 2022. Más de 550.000 y más de 500.000 personas respectivamente participando en los actos. Cada vez más masivo al aumentar los eventos con el estiramiento de fiestas hasta los diez días, sumado a las buenas cifras turísticas ascendentes que lleva la ciudad en los últimos años. El equipo de gobierno quiere ponerse las pilas para consolidar la tendencia y captar turistas desde meses antes, pero ello se tendrá que conjugar con un equilibrio entre fiesta, descanso y tradición, que como reconocía este miércoles el alcalde Pablo Ruz, es complicado.
Búsqueda de turistas desde primavera
Tras la satisfacción por la afluencia, trabajarán desde la próxima primavera apostando fuerte por las redes sociales, explicaba el regidor, para acentuar en el público madrileño, valenciano o murciano, además de otras provincias o comunidades limítrofes. Por contra, y con el necesario equilibrio de los efectos de la 'turistificación' de grandes ciudades, sobre las quejas por el ruido, Ruz reconoce que es una situación "compleja" porque las fiestas "que todos queremos y necesitamos generan situaciones que damnifican a personas, sobre todo por el ruido". Asevera que empatizan con los vecinos y que conocen a muchos de ellos, "ya nos han llegado sus quejas y peticiones".
Impacto en La Roà y el Misteri
El alcalde y su equipo deberán son conscientes. "El no cierre de Maestro Albéniz a mediodía va también por esto", continuaba Ruz, apuntando que "no podemos convertir Elche en una permanente barraca de diez días, pero sí cinco". Deberán aunar, o más bien encajar, los intereses de la hostelería, los de los vecinos, pero también de las propias tradiciones. Porque de hecho, las barras se han instalado también en calles por las que transcurre La Roà —caso de zona Mariano Antón—, e incluso en el caso más exagerado, la música de una de las barracas —parece que del Racó— llegó a escucharse de fondo en al basílica en uno de los dos ensayos nocturnos del Misteri d'Elx. Se dio la orden de parar la música o al menos bajarla hasta que finalizase.