XÀBIA. El médico, ajedrecista e historiador de ajedrez alcoyano Ricardo Calvo impulsó a principios de los ochenta del pasado siglo la recuperación de esta obra del siglo XV poema Escacs d’amor (Ajedrez de amor) —bien olvidada hasta entonces por instituciones e historiadores— escrita por Francesc de Castellví, Narcís Vinyoles y Mossen Fenollar en Valencia alrededor de 1475. Con este fin, organizó en 1986 un ajedrez viviente en la emblemática plaza de España de su ciudad natal en la que se representó la partida —que fue invención de sus autores— que se intercala entre las 64 estrofas del poema —el número de casillas del tablero— y que contó con la presencia de un joven Kasparov, recién proclamado campeón del mundo, para apoyar la iniciativa. Tuve la oportunidad de asistir al acto y puedo afirmar que fue sensacional; aunque también he de señalar que este ajedrez viviente no fue el primero que he visto en mi vida, sino que fue otro que se celebró una década antes en el Patio de Armas del Castillo de Santa Bárbara, un marco extraordinario con vistas espectaculares a Alicante y la bahía.
Mis recuerdos de Ricardo Calvo
En mis tiempos de estudiante tuve el privilegio de conocer a Ricardo Calvo, un día que bajó de Alcoy a dar una sesión de partidas simultáneas en los salones del Club de Ajedrez Alicante, sito en la antigua Caja de Ahorros Provincial de Alicante junto a la plaza de Pio XII. Así pues, me unía a él —falleció en 2002— la condición de paisano (el arriba firmante de la capital), colegas de profesión y de afición (aunque él ostentaba el título de Maestro Internacional y era Campeón de España de Ajedrez por Equipos con el Club Ajedrez Alcoy y un servidor se encontraba —y sigue en la actualidad— a años luz de su nivel, pues nunca he pasado de ser un simple aficionado de categoría preferente. A finales de los noventa volvimos a coincidir en las reuniones y asambleas de Federación Española de Ajedrez, él como presidente de la Comisión de Historia y yo en la de Antidopaje.
Debo decir que Calvo luchó todo lo indecible para difundir este clásico de la literatura en valenciano que constituye la primera referencia histórica del ajedrez moderno donde se contempla el sustancial cambio que supuso la incorporación de la Reina o Dama. Se trata de una singular obra en la que se combina el enunciado de las jugadas de una partida y el verso. El Poema está repleto de gracia y de dobles intenciones y las estrofas alegorizan los lances amatorios que constituyen su trama argumental enmarcada en la mitología clásica: el dios Marte, que juega con las piezas rojas (las blancas), intenta ganar los favores de la diosa Venus, que lleva la verdes (las negras), teniendo a Mercurio como árbitro.