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socialmente inquieto

El legado de Benjamín Rodríguez, más allá del ring

  • Benjamín Rodríguez durante el peso. Foto: Libro "Alicante 1940-44", de Francisco Aldeguer Jover

Hace unos días vimos cómo un boxeador se convertía en un fenómeno de masas con multitud de seguidores que jaleaban su nombre, alababan sus triunfos y le felicitaban por cumplir sus sueños, no sin sufrir dificultades, disciplina y una enorme perseverancia. Supongo que sabe que me refiero a Ilia Topuria, un hispano-georgiano afincado en Alicante, nuevo campeón del mundo de la Ultimate Fighting Championship (UFC) en la categoría de peso pluma. No es un boxeador en el sentido tradicional, su estilo de lucha incluye boxeo, lucha grecorromana y jiu-jitsu brasileño.

Me sorprende que la gente joven lo siga con tanto entusiasmo. El boxeo es una disciplina deportiva que estaba desprestigiada por muchos por su violencia y por las secuelas que muchas veces deja a sus profesionales. Claro que al éxito se suman todos y este nuevo héroe alicantino se ha convertido ya en el ídolo de multitud de personas.

Pero siendo un fenómeno social permita que en esta crónica no me refiera a Topuria, ni a buscar una explicación de todo este fenómeno, ni a analizar su puesta en escena, sino a mirar atrás en mi costumbre de rescatar del olvido personajes y acontecimientos que ocurrieron en Alicante hace algunos años.

España ha dado buenos boxeadores. Alicante también los dio. Pongo el foco esta vez en los años cuarenta del siglo pasado. Muchas de las competiciones se celebraban en la plaza de toros, el cuadrilátero se instalaba en el centro del coso taurino donde los púgiles boxeaban uno contra el otro ante un público entregado al aplauso y al espectáculo.

Hoy me refiero a Benjamín Rodríguez. Nacido en Alicante en 1919, sus padres José y Nieves montaron una peluquería en la calle Rafael Altamira donde Benjamín ayudaba desde niño en las tareas que le encomendaban. Además, mientras estudiaba en los Maristas aprovechaba su tiempo libre para entrenar y especializarse en el boxeo. Con 15 años consiguió ganar el Cinturón de Alicante de peso weiter.

La guerra civil española truncó sus planes (y los de otros muchos). Terminada la contienda siguió boxeando. Su entrenador era Juan Pastor. Se preparaba a conciencia, quería ganar, pero sin alardes. Tenía ese toque de humildad de los grandes deportistas que triunfan por su esfuerzo, pero respetando a su rival. Por esto, y sus éxitos, se hizo muy popular.

Su primer combate como profesional lo realizó en 1941 contra Salvador Ruiz Ortiz, de peso medio. Salió derrotado. Daba igual, de cada caída se levantaba con más fuerza. Aún tenía que aprender y prepararse mucho más. En su segundo combate como profesional venció por K.O. a Francisco Martínez Cortés. No fue la última victoria, vendrían otras. Siete consecutivas, nada menos. Estaba en racha, ilusionado, sin bajar la guardia y seguir entrenando.

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