ALICANTE. Equivocados están aquellos que creen que Rubén Torrecilla va a cumplir el año de contrato que le resta como entrenador del Hércules si no se le garantiza que en el mercado de verano no se va a repetir lo del de invierno, cuando el equipo se debilitó en lugar de reforzarse.
La permanencia en el tercer escalón del fútbol español lograda con los puesto, es decir, con prácticamente la plantilla de Segunda Federación más Oriol Soldevila, es un éxito tan menor para una institución centenaria cuyo primer equipo ha competido en el fútbol profesional 63 campañas como difícilmente repetible ante la entidad de los rivales que todo apunta que se tendrá en la Primera Federación 2025/26. Y si eso es así, no digamos si se piensa en el ascenso a LaLiga Hypermotion, meta inocultable de cara a la próxima campaña hasta para aquellos que se esfuerzan sin rubor en defender que primero había que consolidarse en esta suerte de Segunda B repintada.
"Hay que ponerse las pilas y hacer un equipo a la altura del escudo y de la afición para optar al 'play-off'", decía en Vila-real tras la derrota Torrecilla, quien hace dos veranos firmó por dos cursos, ampliables en un tercero en caso de ascenso, y cuyo buen desempeño no ha pasado desapercibido para terceros. El preparador extremeño está en el mercado, como tambien 'Samu' Vázquez, Javi Moreno, Oriol Soldevila o 'Nico' Espinosa. Lo anterior no quiere decir que el club del Rico Pérez esté dispuesto a abrirle la puerta a ninguno de los anteriores sin percibir una contraprestación nada menor, en el marco de sus respectivos contratos, pero solo faltaba que se siguiera la línea de enero, en lugar de revertirla.
Ahora bien, el Hércules no solo hizo el papelón en el último mercado, cuando debía reforzar todas las líneas salvo la portería incorporando a entre cuatro y cinco futbolistas que elevasen el nivel del equipo en línea con lo que estaban haciendo los entonces rivales directos, esos a los que ahora se ve de lejos en la tabla. Lo hizo también en la ventana de fichajes de verano a juzgar por el rendimiento ofrecido por la mayoría de los fichajes concretados en la misma, empezando por el delantero Dani Romera, quien vino de la mano de Torrecilla y no del secretario técnico Francisco Peña.
Regresa la fea tradición de ver a otros celebrar

El equipo blanquiazul y por extensión su sufrida afición tendrán que conformarse con ver a otros celebrar en el final de una campaña en la que el primero se ha visto lastrado por la falta de experiencia en momentos puntuales y, con carácter general, la ausencia de una marcha más o ausencia de fondo de armario. Esto último lo ha suplido el empuje de su masa social cuando jugaba como local, pero cosa bien distinta ha sucedido cuando el rol era el de foráneo.
En el Hércules de Enrique Ortiz la culpa siempre es compartida por muchos, pero tiene al empresario (quien en diciembre no dudó en hablar de ascenso) como primer y último responsable. El pasado viernes, en la sala de prensa del Rico Pérez, Torrecilla era interpelado por la posible llegada (con la carta de libertad bajo el brazo, pues queda libre en junio) del mediocentro Ben Hamed de cara a la próxima temporada. Entre otras consideraciones, el entrenador blanquiazul apuntaba que es un fichaje que se persiguió en enero. El problema es que ni el club titular de los derechos sobre el jugador, el Moralo, ni aquel en el que juega cedido esta temporada, el Amorebieta, estaban por la labor de facilitar la salida si no era a cambio de una contraprestación económica... que huelga decir que el Hércules declinó pagar. Pues eso.
Las necesidades del equipo, si no hay salidas traumáticas y se renueva a José Artiles y Agustín Coscia, son las mismas que se tenían el verano pasado y que no se paliaron con las incorporaciones de entonces y tampoco con el errático proceder de enero (cuando se rearmó el ataque con Yanis Senhadji, un delantero que el Real Betis prefirió que jugase en el Hércules contra su filial que en este, y el lateral izquierdo con Joel Arumí, quien luego no ha sido ni segundo en la rotación tras Retuerta): hay que armar una línea defensiva titular prácticamente nueva, con futbolistas de más centímetros y jerarquía; también incorporar a un pivote posicional y a un mediocentro más versátil; y fichar a dos delanteros que lleguen avalados por su acierto de cara a gol. Si de algo no se puede quejar nadie para acometer esa tarea es de falta de tiempo.