ELCHE. En el fútbol existen dos tipos de finales: las resultadistas y las mentales. Pese a gozar de una situación deportiva fantástica, comenzando la jornada a cuatro puntos de los puestos calientes, el pasado domingo todos sabíamos que no era un partido cualquiera.
Unas horas antes del encuentro, la afición comenzó a calentar motores en la nueva meca de las previas franjiverdes: la nueva sede de la Grada 1923, donde, media hora antes del encuentro, se realizó un multitudinario “caminito franjiverde”.

- Germán Valera celebra su gol ante el Girona FC
El encuentro no podía comenzar mejor para los franjiverdes: una posesión aplastante y el control total del juego, que hizo que el Elche anotara el primero de los goles en los compases finales de la primera parte y provocara un mix de sensaciones en los dos equipos.
La segunda parte parecía estar sacada de un cuento de hadas, en el que, en los primeros minutos, un Rafa Mir muy activo golpeó doblemente al conjunto catalán, destruyendo las pocas ocasiones que tuvo el Girona de intentar contrarrestar a un Elche muy bien plantado.
Y por fin, el Elche pudo brindar a la afición esos tres puntos que tanto mereció en encuentros anteriores (Real Madrid, Real Sociedad, Athletic…) y que se escaparon por detalles.

- Gazzaniga, exportero del Elche CF
Esta final, como comentaba al comienzo del artículo, era sin duda mental. Empezaba a haber un runrún innecesario en la afición por esos tres de 21 puntos conseguidos. Digo innecesario porque el Elche pocas veces ha sido merecedor de la derrota o del empate, y era únicamente cuestión de acierto. Lo que es cierto es que esta victoria tan abultada frente a un rival directísimo no se reduce únicamente a calmar a la afición, sino que aumenta la brecha con el descenso a siete puntos; deja tocado a un rival directo; deja posibilidades reales de poder dejar encarrilada la permanencia antes de finalizar el año 2025; y deja virtualmente el golaveraje ganado frente al Girona.
Como dice el famoso cántico: “Mi abuelo me contaba historias de Altabix”. Yo no tuve la suerte de poder vivir esas historias de Altabix; lo que sí podré es contarle a mis nietos estas maravillosas historias que estamos viviendo en el Martínez Valero y que harán que mis nietos se sienten en uno de los más de 33.000 asientos verdes del templo, como hacemos nosotros.
Disfrutemos del camino, que está siendo precioso. Mucho Elche.