ALICANTE. Una semana más o una semana menos, según se mire. Enrique Ortiz optaba este lunes por mantener su confianza en Rubén Torrecilla, quien seguirá siendo el entrenador del Hércules CF el próximo fin de semana, con motivo de la visita de los blanquiazules a Teruel.
Lo anterior después de que el propietario y el entrenador reconvirtieran este lunes uno de los banquillos del Rico Pérez en improvisada sala de juntas para mantener un encuentro del que participaron el secretario técnico Francisco Peña y futbolistas como Rojas, Monsalve y ‘Bolo’, entre otros, y que seguía a una sesión de entrenamiento marcada por las caras largas.
Se puede decir abiertamente que, contra todo pronóstico, Ortiz reafirmó la confianza dada al entrenador el pasado verano y emplazó a la plantilla a dar un paso al frente. Ahora bien, lo anterior no quiere decir que el técnico tenga crédito ilimitado, más bien todo lo contrario. De hecho, este sigue bajo mínimos, pero no lo suficiente como para poner fin por adelantado a la relación con el entrenador, algo que está estipulado en su contrato y que obliga a pagarle una indemnización (poco gravosa para los niveles presupuestarios en los que se mueve el club, todo sea dicho).

Huelga decir que el entorno no comparte mayoritariamente la postura del, pero el que paga manda y, Si bien en Primera Federación la persiana blanquiazul ya no solo se levanta solo gracias a Ortiz (los ingresos por la campaña de abonos están ahí), es cierto que el Hércules sigue necesitando de su bolsillo y ya se sabe que el que paga manda. Eso sí, la postura del propietario (Fundación mediante) ni encuentra respaldo en los despachos de Foguerer Romeu Zarandieta ni es compartida mayoritariamente por una afición que ya expresó con claridad el domingo su opinión.
El empate frente al Alcorcón solo sirvió para maquillar (muy parcialmente) las estadísticas: los blanquiazules siguen en descenso, con cuatro puntos y como cuarto por la cola, igualando su peor racha en Primera Federación. Ni el marcador ni las sensaciones invitaban antes ni invitan ahora al optimismo y buena prueba de ello es que la grada del Rico Pérez dictó clara sentencia a la finalización del citado choque... el problema es que las sentencias hay que ejecutarlas y eso no depende del entorno blanquiazul: Rubén Torrecilla se jugaba ante el Alcorcón buena parte de su continuidad si no toda. Lo sabía él, lo sabía la plantilla y también lo sabía la afición, pero ha levantado esa bola de partido, no obstante, el empate a nada en un choque en el que el Hércules ni llegó a rematar entre los tres palos de la meta contraria.

El preparador blanquiazul apostó esta vez por el 1-4-2-3-1 como sistema y un once con Unai Ropero y ‘Slavy’ en detrimento de Colomina y Fran Sol, respectivamente. El primer acto fue un bostezo colectivo, con cero tiros a puerta y un tímido amago de reacción tras el susto que representó la revisión en el monito del ‘FSV’ por el árbitro de otra acción polémica protagonizada por Rentero. Fue tras ese primer susto cuando el Hércules pareció meter al rival en su campo, pero sin llegar a dar sensación de peligro.
El descanso trajo algo de aire: ‘Samu’ Vázquez se quedó en la caseta y Adrián’ Bolo’ (a quien apoyaba desde la tribuna su padre, exfutbolista blanquiazul y técnico que encabeza todas las quinielas para sustituir a Torrecilla, si cae este y se le convence a aquel), entraba para recomponer la zaga, al tiempo que la sociedad Rojas-Javi Jiménez animaba la banda izquierda. Fue un segundo arreón blanquiazul tan tímido como el primero y que apenas duró un cuarto de hora; entonces fue el turno de Jéremy de León y Fran Sol, pero el globo siguió perdiendo aire hasta el punto de que de no ser por Carlos Abad, habría habido más que música de viento para despedir a jugadores y entrenador en su camino al túnel de vestuarios tras señalar el árbitro la finalización del choque.

“El problema no es que mientas, el problema es que te creo”, canta Ricardo Arjona… y Enrique Ortiz, quien parece ser el único que compra el mensaje de un entrenador que se hace trampas al solitario en la sala de prensa. Eso sí, el preparador no es el único responsable de la deriva negativa. Nadie puede esperar que juegue a otra cosa que lo ha hecho en las dos temporadas precedentes porque Torrecilla es un convencido de su estilo; es más, está incluso introduciendo variantes tácticas y rotando en exceso en su afán por dar con la tecla, algo que termina mareando a unos jugadores a los que el físico termina por abandonarles con el paso de los minutos, cuando la cabeza se descentra por efecto del peso del escudo de un club histórico e histérico.
Algunos días son lo que parecen y el domingo, pero también este lunes, el Hércules de Torrecilla, Peña y Ortiz parece un equipo incapaz de estar a la altura de la centenaria historia del club.
