Deportes

El miedo a equivocarse no puede ser una excusa

Tener las llaves del Hércules CF obliga a retratarse en momentos como este

  • Rubén Torrecilla, en el banquillo del Hércules CF en Teruel
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ALICANTE. Lo normal es que en las próximas horas el Hércules CF anuncie que toca a su fin la etapa de Rubén Torrecilla al frente del banquillo del primer equipo blanquiazul. Lo normal hasta para un club histriónico donde los haya como es el del Rico Pérez, en el que hace justo una semana se despachó una situación análoga a la actual reafirmando al preparador en el cargo.

Es verdad que al final todo depende de Enrique Ortiz, quien no solo tiene a Torrecilla como fiel escudero, es que ha sido el asidero al que se ha agarrado el técnico extremeño no pocas veces en las que el entorno (tanto en Teruel como en Alicante, este domingo), pero también desde dentro de las oficinas de Foguerer Romeu Zarandieta (como viene siendo el caso desde mayo), se reclamaba que rodara su cabeza.

  • Rubén Torrecilla, en el banquillo del Hércules CF este domingo en Teruel

El Hércules fue en Teruel el mismo equipo desnortado (que no sin alma) de siempre y de ahí la cuarta derrota en seis jornadas. Y lo fue pese a contar con una plantilla apta para el ascenso en palabras de Torrecilla, quien a buen seguro se siente hoy más que nunca prisionero de sus palabras, toda vez que es evidente que el coche que le han dado para que conduzca en la Primera Federación 2025/26 no tiene tantas prestaciones como él mismo creía. Ahora bien, eso no quita para que la situación no se haya convertido en insostenible, toda vez que no habrá equipo para pelear el ascenso con garantías, pero desde luego sí para no andar como colista… Esa posición en la tabla y los cuatro puntos de 18 cosechados, pero también la ausencia total de ideas (no obstante los constantes cambios de guion, giros más o menos dramáticos incluidos) sobre el verde están ahí y pesan como una losa sobre el vestuario, pero especialente la figura del entrenador: ya se sabe que en el fútbol, cuando vienen mal dadas, la cuerda se rompe por el lado más débil.

  • Carlos Abad reclama a sus compañeros tras el enésimo error defensivo

Este domingo, en el Municipal Pinilla, el conjunto de Torrecilla firmó diez primeros minutos correctos, pero sin hacer grandes alardes. Y luego los errores defensivos, a cada cual más infame y con Rentero (por el que se desembolsaron en verano 100.000 euros que bien se podían haber destinado a retener a Javi Moreno) como triste protagonista, sepultaron por adelantado (antes del descanso) las opciones de los blanquiazules.

Y es que, pese a encarar la segunda mitad con dos delanteros, ‘Slavy’ junto a Fran Sol, y situar en los costados del ataque a Unai Ropero y Oriol Soldevila primero y a este y Carlos Rojas después, el Hércules casi no dio sensación de peligro. Es verdad que ‘Slavy’ tuvo en uno de los contados centros potables una ocasión inmejorable para marcar, pero la desperdició; que un canterano de El Campello como Jorge Galvañ casi se echó el equipo a la espalda para meterlo en partido al firmar un gol de bandera a pase de Soldevila quien, solo por un momento, volvió a ser el futbolista que se espera que sea; y que a Rojas le hicieron dos penaltis en la misma jugada, pero al árbitro navarro Imanol Irurtzun no le dio la gana de rectificar tras comprobar su error en el monitor del ‘Football Video Support’… pero mentiríamos si dijéramos que Hércules transmitió la sensación de poder sacar al menos un punto en su visita a un recién ascendido, que cuenta con una plantilla (a priori) muy inferior a la blanquiazul.

  • Los jugadores del Hércules CF lamentan la derrota encajada en Teruel

Con las citas en Alicante frente a Atlético de Madrid B y Villarreal B en el horizonte más inmediato e ilustrando lo pequeño que se ha hecho un club centenario y fundador de LaLiga, toca tomar decisiones de calado. Y no, el miedo a equivocarse no puede ser una excusa. Es verdad que se corre el riesgo de arruinar la temporada dentro del primer tercio de esta si se erra con la elección del recambio de Torrecilla, pero no lo es menos que el privilegio de tener en el bolsillo las llaves del Hércules obliga a retratarse (además de a hacer las cosas bien).

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