De Cuba a París, de España a Miami, Yotuel Romero ha construido su carrera entre fronteras y resiliencias. En esta conversación, el líder de Orishas habla sin filtros sobre la migración, el arte, la dignidad y la importancia de “ponerse la mochila del otro” para entender lo que vive quien llega desde el dolor. Actúan este domingo 7 de diciembre en la sala Mamba de Murcia.

Pregunta. Es un lujo poder charlar contigo.

Respuesta. Aquí estamos, listos para “murcielar”.

P. Hablando de Murcia: no sé si la conocías antes. Siempre digo que Madrid lo conoce todo el mundo, pero aquí suele haber más lagunas…

Yotuel Romero. Sí, sí que conozco Murcia. He estado varias veces y me encanta. Tengo ganas de seguir descubriéndola. Lo bueno es que aún es un paraíso poco explotado; quedan rincones que se pueden disfrutar.

P. Arrancáis gira internacional con Orishas. Volvéis después de un parón, reivindicando más que nunca Cuba. Tras tantos años fuera y tantas vidas vividas, ¿cómo se mantiene el vínculo con tu país, con tu infancia?

Y. R.La cercanía con Cuba nunca se va. Lo que corre por nuestra sangre es guarapo de caña, melado, azúcar. Tus raíces están ahí. Y la música que hacemos nos recuerda constantemente a nuestra isla. Cada canción tiene que ver con Cuba. Somos un grupo que lleva a Cuba en el presente, y eso no se va jamás. A veces, cuando estamos perdidos hacia adelante, miramos atrás y recordamos de dónde venimos. Eso da orgullo.

P. Beatriz Luengo contaba que la ayudaste a mirar la vida de otra manera. Cuando vienes de una realidad más dura, ¿ayuda a relativizar?

Y. R. Es una balanza. En Cuba se vive como no se vive en ningún otro sitio, pero en el peor sentido: la miseria que tenemos los cubanos es enorme. Cuando sales, ves cómo vive el mundo realmente. Hay paradojas: en Cuba no hay leche y en España hay 70 tipos. Pero prefiero un país con diferencias a un país autoritario que te diga “esto es lo que hay, y punto”. Cuando vuelvo a Cuba siempre pienso: “¿cómo puede ser que, teniendo tan poco, el cubano sea tan alegre?”. El cubano se ha acostumbrado a la pobreza y aun así intenta sacar una sonrisa. Ese es nuestro espíritu. Como cuando en España se va la luz diez horas y se vive como un drama… los cubanos llevamos 60 años así.

P. Nacisteis en el 99 y desde entonces habéis tocado muchas puertas. ¿Cuántas veces os dijeron que no?

Y. R. Muchísimas. Pero no hay que mirar atrás con rencor. Es el peaje. Yo pedí colaboraciones cuando nadie nos conocía y me dijeron que no. Hoy muchos quieren colaborar conmigo… y yo lo hago sin reproches. El arte es un columpio: hoy estás arriba y mañana abajo. Si subes cortando cabezas, te las cortarán a ti después.

P. Recuerdo cuando Beatriz visitó OT y habló de Madre Tierra, compuesta por vosotros. Hablaba de no subestimar lo que hay detrás de una canción. ¿Te pasa también en la vida?

Y. R. Totalmente. Nadie es tan pobre para no dar ni tan rico para no recibir. Yo aprendo de todo el mundo. La frase que te cambia la vida puede venir del tipo de la esquina o del que te pidió un dólar. Por eso soy una esponja.

P. Cuéntame cómo sales de Cuba y cómo acaba naciendo Orishas.

Y. R. Salimos en el 97 por un intercambio cultural entre el rap francés y el cubano. Habíamos ganado un festival en Cuba con nuestra banda Amenaza. Eso nos permitió viajar a París… y en París nos quedamos. El cubano, cuando encuentra un sitio donde puede sobrevivir y ayudar a su familia, se queda. Allí surgió la idea de crear este proyecto de rap cubano. Ahí arrancó todo.

P. Has vivido en Cuba, París, España, ahora Miami. Siendo emigrante, ¿cómo ves esta corriente mundial de proteger al autóctono y rechazar al que viene de fuera?

Y. R.Soy emigrante y pro emigración. La mayoría de quienes emigran vienen de países rotos o dictaduras. Pero emigrar no es imponer tu cultura: es convivir, aportar y agradecer al país que te acoge. Siempre lo explico con un ejemplo sencillo: el roommate. Si un colega te pide quedarse en tu casa y tú le abres la puerta, lo normal es que respete tu casa. Si la destroza, te cabreas. En la migración pasa lo mismo: quien llega debe integrarse, aportar y cuidar el sitio que le ha dado una oportunidad. Eso sí: no se puede juzgar a todos por igual. Hay emigrantes buenos y malos, y españoles buenos y malos. Ser buena persona no depende del pasaporte.

P. Aquí en España sentimos una vinculación especial con Cuba. ¿Vosotros también con España?

Y. R. Claro. Más allá de la lengua, fuimos colonia española. El cubano es un invento del español: mezcla del indígena desaparecido, el africano esclavizado y el colonizador. El cubano ama España. Cuando un cubano llega a Cádiz y ve su parecido con La Habana… entiende muchas cosas.

P. Has tenido tu carrera en solitario. ¿Qué puedes expresar en Orishas que no en tu proyecto individual, y al revés?

Y. R. Escribo tanta música que hay cosas que son Jotuel y no Orishas. Jotuel es afrocaribe, playa, disfrute. Orishas tiene un lado más sociopolítico, más reflexivo. Soy feliz pudiendo expresarme en las dos dimensiones: mi yo más íntimo y mi yo más reivindicativo.

P. Ha sido un placer escucharte. De verdad, muy inspirador.

Y. R. Yo siempre digo una cosa: ponte la mochila del otro. Póntela y siente cuánto pesa. Y ahora pregúntate qué harías tú con esa mochila. Antes de juzgar al que llega en patera con sus hijos, piensa qué horror tiene detrás para arriesgar la vida en el mar. Igual que el cubano que huye en una balsa sabiendo que lo pueden comer los tiburones. ¿Qué terror tiene detrás para preferir que lo coma un tiburón antes que seguir viviendo donde vive? Esa es la reflexión que debemos hacernos siempre.