No todo artista puede flexear de tener nueve álbumes de estudio. Por si no entiendes la palabra flexear, traduzco, es presumir, en un lenguaje vinculado a géneros como el rap. El alicantino Nach tiene una discografía nutrida, pero el pasado septiembre decidió engordarla un poco más con Destino, su nuevo álbum que le está haciendo girar por el país y, más adelante, lo llevará a Latinoamérica. Y, no contento con ello, ha confesado que no será su último proyecto. 30 años de trayectoria musical, con proyección internacional, que le acercarán hoy al IAC Juan Gil-Albert dentro del ciclo Contar y cantar, y que lo llevaron el jueves 13 de noviembre a Castellón, dentro de una conversación en Firatrovam, la feria valenciana de industria musical.
- Como esta conversación se titula Nach, la revolución del verso, la primera pregunta es obligatoria: ¿Se puede estirar tanto la palabra como para jugar con ella durante 30 años?
- Yo intento estirar la palabra todo lo que puedo. Como persona y como artista evoluciono, cambio a lo largo de los años, y estoy atento a lo que sucede, tanto en mi interior como de manera exterior. Por lo que la información que recibo y cómo la transformo también va cambiando.
A la hora de elaborar este disco me he encontrado con cosas que he hecho o con imágenes que he visto antes, por lo que intento jugar con las palabras de maneras diferentes. Yo creo que la palabra es algo infinito y eso es lo que me gusta, además de que con el rap se puede llevar a muchos lugares diferentes. De hecho, ayer estuve escribiendo otra canción en casa y esa sensación de disfrutarla como el primer día es brutal; eso me sigue motivando mucho.
- ¿Se escribe distinto o, más bien, se pule distinto cuando colaboras con artistas del rap que cuando colaboras con alguien más pop? En tu disco vemos los dos ejemplos…
- Yo no escribo distinto. De hecho, en mi álbum yo traigo a todo el mundo a mi universo, los llevo a mi lugar. En Destino tengo un tema con Manuel Carrasco y mi concepto era que él entrara dentro de una canción de rap. Yo, al final, soy un MC, hago rap y eso es lo que prima cuando estoy creando.
- Este es tu noveno LP; sabes de sobra lo que es grabar un álbum. ¿Cómo haces para no automatizar un proceso que es creativo?
- En un proceso creativo también tienes que tener tus hábitos, tus rutinas. Hay gente que me pregunta cómo encuentro tanto que decir y yo creo que mi rutina está muy centrada en las palabras, en leer mucho, escuchar mucha música, ver lo que hace otra gente e inspirarme de ella, incluso quedarme con cómo hacen determinadas cosas para copiarlas y adaptarlas dentro de mi personalidad.
Es muy inteligente que un artista sepa guiarse no solo por la inspiración, sino que también tenga sus rutinas muy determinadas. Yo creo que esa automatización es buena porque permite que sigas creando. Y cuando llega el momento de la inspiración, coges todo eso que has automatizado y lo llevas a un punto mucho más mágico. Con el tiempo he aprendido a no bloquearme, a tener un sistema, porque antes no sabía muy bien cómo salir de ese bloqueo.

- Nach, durante la conversación en el Firatrovam - -
- @santigrc_
- Llevabas siete años sin publicar disco, desde Almanauta (2018). Y antes has spoileado con que has escrito un tema nuevo. ¿Si no te vemos dentro de siete años, paniqueamos porque significaría que Destino es tu último álbum?
- No, no. De hecho, ahora el tranquillo está cogido con el nuevo grupo de trabajo que tengo: mis nuevos productores, la distribuidora y todo el equipo de mi alrededor. Yo estuve en Universal durante 13 o 14 años y he tenido que cambiar mi método de trabajo. Quería tener gente cerca de mí con la que pudiera volver a divertirme en el sentido musical, como cuando grababa las maquetas y éramos más chavales. Yo quiero grabar ya, estoy escribiendo bastante y espero, de aquí a un año y medio o dos, sacar otro álbum.
- Comentabas el tema del equipo de trabajo. ¿Cómo se forja un equipo de confianza alrededor de un artista? ¿Algún tip que puedas dar?
- Para mí, tiene que haber una combinación entre talento y fiabilidad. De hecho, yo prefiero que tenga más de la segunda que de la primera, porque hay gente con mucho talento que no es fiable ya que, de repente, desaparece. Yo he tenido la suerte de rodearme de personas que tienen ambas cualidades. También recomendaría que se pueda hablar con tu equipo, que haya mucha confianza, porque yo he trabajado con algunos productores a los que me daba miedo decirles que cambiaran alguna cosa. Eso es lo peor que le puede pasar a un artista.
- ¿Sientes que publicar un álbum es suficiente para seguir en la industria o ahora un disco tiene que venir acompañado de algo más?
- Antes sacabas un álbum y hacías promoción al uso en determinados lugares. Ahora es mucho más complejo el proceso y tiene que ver también con cómo el artista sea capaz de hacer un multitasking. Esto no se reduce a la parte estrictamente artística o musical, también tiene que demostrar una imagen o una actitud, tiene que llamar la atención para que el público se acerque a él y a su música. Y en eso entran las redes sociales. Veo artistas jóvenes mucho más estresados porque manda la inmediatez y se pueden olvidar de ti con mucha más facilidad.
- ¿Y de quién es la responsabilidad de frenar ese ritmo frenético? ¿Del artista, de la industria o del oyente?
- Es de todos. Los artistas no se están tomando el tiempo suficiente para reflexionar sobre lo que quieren contar. Los oyentes también tienen que reivindicar la tranquilidad de poder escuchar y saborear la música. Y la parte comercial debería pensar un poco más en el arte y menos en el dinero, aunque sé que esto es muy utópico.
- ¿Tú te has visto arrollado por ese frenesí como artista?
- Sí. Me he visto arrollado porque en un momento dado parecía que, si no sacaba música o no me mostraba en mis redes sociales, estaba desaparecido. Pero desaparecía para intentar buscar coherencia artística dentro de mí y porque necesito vivir cosas para luego contarlas.
- En una gira pasas por muchas salas, ¿qué te sirve a ti como artista para adaptarte a las particularidades de cada una?
- Mi actitud no varía mucho; es: "Sal, rapea, contagia al público, hazles disfrutar, habla con ellos, hazles partícipes de lo que sucede…". Yo vengo de salas donde había 300 personas, el camerino era una cortina y me tenía que cambiar de camiseta cuatro o cinco veces porque no había ni ventilación. Y a mí eso me encantaba; por esa cercanía es por la que me gustan las salas. Pero también disfruto de los festivales, aunque son un poco más fríos. Veo una multitud de gente que se convierte en una masa increíble, pero al mismo tiempo tengo la oportunidad de moverlos y cuando lo consigo es un subidón brutal.