Cultura

Kayed Hammad: "Un periodista en Gaza lleva su vida en la palma de la mano"

El periodista de gazatí participó en un acto en Elche organizado por Amnistía Internacional y la Universidad Miguel Hernández; ahora vive en Segovia, tras ser evacuado de Gaza con su familia y es testimonio del genocidio actual

  • El gazatí Kayed Hammad en Elche.
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ELCHE. Escuchar a Kayed Hammad es una lección de vida y de periodismo, pero, sobre todo, de humanidad. Fixer, periodista, traductor, padre, hijo, superviviente. No le gusta que lo definan con una sola palabra, porque ha tenido muchas vidas y a su persona le define mucho más que eso. Nació en el campo de refugiados de Yabaliya, en Gaza, y ha vivido toda su existencia bajo un cielo que amenaza con romperse. No le gusta tener la etiqueta de "refugiado", porque sus padres la tuvieron que llevar desde la Nakba de 1948 y él llegó al mundo bajo esa condición. 

Está harto del arroz. Ese alimento fue buena base de su dieta durante los últimos años en que Gaza ha estado sumida en un genocidio. Arroz, con suerte, porque también ha habido días sin comida, o en los que ha tenido que comer pienso de animales, o, simplemente "hojas verdes". Algo que echarse a la boca. Así nació, casi sin querer por su parte, Menú de Gaza, un proyecto junto al periodista Mikel Ayestarán en el que se mostraba cada día, lo que una familia de Gaza comía en ese contexto atroz. Esa familia era la de Hammad. Al principio eran platos humildes; a veces no los había. Ahora se convierten en un libro, que, con humor, Hammad dice que no lo tomemos "como un recetario, esa comida no vale la pena". Pero que sí que sirve como testimonio vivo de un momento en medio de un genocidio. Una prueba más.

Tampoco soporta que le digan que "se cuide". Después de lo que ha vivido en Gaza, dice: "déjame que fume, o que tome los cafés que quiera". Viene tras dos años en los que no sabía si en las próximas horas él o su familia, sus seres queridos, iban a estar vivos. Viene de un lugar en el que los zumbidos de drones día y noche, a veces, se transformaban en aterradores llantos de bebés, ladridos de perros o gritos de mujeres para amedrentar a la población. Los drones de Israel llevan en los cielos de Gaza no dos, sino 17 años, como lo llevan más aún el bloqueo y el apartheid.

Ahora Kayed Hammad vive en España, tras haber sido evacuado junto a su esposa e hijos en junio de 2025. Perdió al mayor, Omar, de 24 años, asesinado por disparos israelíes mientras iba a buscar medicación para un amigo. "Quiero volver a Gaza -dice-, aunque sea un solo día, para ver Palestina libre y morir allí después". A pesar de todo, (o quizá por todo) tiene un humor ácido e inteligente y una fortaleza que impresiona. "Al hierro, cuando se le golpea mucho, se convierte en acero". Mientras espera el momento que desea para volver a su tierra, vive en Segovia y cuenta su historia y la de los gazatíes como un deber para él y para la humanidad que debe conocer lo que allí sucede.

Hammad ha visitado Elche los días 16 y 17 de octubre invitado por Amnistía Internacional Elche y el Seminario Permanente Kapuscinski de Periodismo y Derechos Humanos de la Universidad Miguel Hernández (UMH). El periodista, productor e intérprete gazatí -colaborador durante casi dos décadas de medios internacionales- ha ofrecido en esos dos días en la ciudad ilicitana su testimonio sobre la situación en Gaza y las dificultades de informar desde un territorio asediado. Este medio ha hablado con él a raíz de estos encuentros, que han sido multitudinarios, tanto en la sede universitaria en la Plaça de Baix, en un evento moderado por Amnistía Internacional, como, al día siguiente, en el Aula Ramón Lobo del edificio Atzavares de la UMH, en un acto dirigido, sobre todo, a alumnado y profesorado.

Nació en Gaza, en Yabaliya y ha pasado una travesía vital que le lleva ahora a vivir en Segovia con su familia. Empezando por lo más inmediato, acabamos de conocer un alto el fuego entre Israel y Hamás y un 'plan de paz' impuesto por Donald Trump. Desde su experiencia, ¿cómo interpreta esta situación? 

En los primeros tres días de alto de fuego, o acuerdo, como quieran llamarlo, fue violado 37 veces por Israel, con un resultado de siete muertos y más de 20 heridos. Debían haber entrado 1.800 camiones y han entrado solo 187 de ellos. Eso da una señal del comportamiento de Israel. Hemos visto muchas manifestaciones en Israel a favor de liberar a sus rehenes, pero ellos no en contra del genocidio en Gaza, esa es la diferencia. Una vez consigan su objetivo, creo que la guerra empezará de nuevo, porque en este momento, en general, el pueblo israelí cada vez es más radical y está más a la derecha. Creo que no están a favor de llegar a una solución.

Además, extremistas del gobierno de Netanyahu como Ben Gvir Smotrich, que querían salir de él, a cambio de este plan se callan porque ven la oportunidad de hacerse con el resto de de Cisjordania y considerarla un territorio israelí. Creo que el acuerdo es "la trampa de Trump". Netanyahu estaba en una situación insostenible, en el punto de mira de cada vez más gente, y Trump le ha lanzado un chaleco salvavidas. Lo ha hecho porque también hasta políticos de Estados Unidos y de la izquierda israelí ven que Netanyahu está dañando sus intereses más que nunca. Israel ahora ha perdido el relato. Defienden que son los víctimas, el pueblo elegido de Dios, el ejército más moral del mundo, el único país democrático de Oriente Medio. Eso hoy ya no se puede creer. Se ha revelado la cara del sionismo en todo el mundo. Ahora, incluso en Estados Unidos, ha crecido la población a favor de la causa palestina y los que estaban al lado de los israelíes han bajado mucho. Esta es nuestra única ganancia. Es la primera vez que Israel ha perdido el relato.

  • Kayed Hammad en Elche. -

¿En qué momento preciso cree que perdieron ese relato? En España hay quienes aún no quieren pronunciar la palabra genocidio para lo que ocurre en Gaza. ¿Qué piensa de esas personas que aún no lo hacen?

Creo que no tienen un pelo de tonto y lo hacen por intereses. Pregunto a la gente en esa posición: nos están matando frente a las pantallas, delante de todo el mundo. Si no es un genocidio, entonces ¿qué es?. No se puede alegar ignorancia, porque hoy ves que hay niños con tal nivel de hambre que se les puede contar los huesos bajo la piel. ¿Quién puede negar que eso no es deliberado? Me molesta que no respeten nuestra inteligencia, ni la del resto del mundo. Que nos desmientan con las pruebas delante, eso me molesta.

También el doble rasero que usan contra nosotros.Siento mucho lo que está pasando en Ucrania. Es una guerra, es terrible. Ahí los países occidentales quieren ayudar, hasta con armas. También dicen que Rusia tiene que compensar a los ucranios esa destrucción. Entonces, ¿por qué no se atreven los mismos a decir que Israel tiene que compensar a los palestinos? No lo hacen, no se puede por presiones políticas y económicas. 

Más de 270 periodistas, solo en estos dos años, han muerto asesinados por ataques de Israel en territorios palestinos. ¿Qué significa hoy ejercer el periodismo o colaborar con periodistas un contexto así, sobre todo en Gaza?

Israel ha llegado a la conclusión de que un periodista es más peligroso que un miliciano armado con un Kalashnikov. Debido a esto, han prohibido que entren periodistas internacionales, porque si fueran atacados, la repercusión supondría el freno de la guerra. Por eso solo están los periodistas locales. Para los israelíes y muchos países, esas vidas son solo números, cifras. Y acaban con ellas. Quien decide trabajar allí como periodista sabe que se está jugando la vida y lleva su vida, o su alma, en la palma de la mano. Pero claro. Cuando desde Israel atacan un colegio, un hospital o el interior de una casa nadie está a salvo. Por eso salen a la calle y hacen de testigo de lo que pasa. Porque no están a salvo fuera ni dentro.

También han matado a otra gente, que quizá no está resgistrada como periodista pero tomaron la iniciativa de grabar lo que está pasando, de hacer fotos y subirlas. Llevar un chaleco con la palabra 'Press', en vez de protegerte te convierte en objetivo. Por eso yo no quise llevarlo. 

  • Kayed Hammad en Elche. -

Ha trabajado junto al periodista Mikel Ayestarán durante muchos años. Con él ha surgido el proyecto 'Menú de Gaza', una forma de mostrar qué es lo que come una familia en Gaza en este momento; cómo una familia sobrevivía al hambre mientras se documentaba, además, un genocidio. ¿Por qué por qué es importante contar este aspecto cotidiano también?

Yo lo he dicho siempre: no ha sido planeado. La idea fue de Mikel que, como amigo, estaba procupado por mí y mi familia. Yo le decía cuando me preguntaba que "estamos bien, estamos vivos". Y siempre quería asegurarse de sí habíamos comido. No se lo creía del todo cuando yo decía que sí. Por eso una vez me dijo que le hiciera una foto nuestra comida, para que no le "tomara el pelo". Así lo hice, y se le ocurrió compartirla en redes como un testimonio de lo que comía una familia en Gaza. Y así siguió sucediendo por muchos días. La verdad es que ha sido un éxito porque es una manera de reflejar la imagen de lo que está pasando sin una gota de sangre. Pensábamos que la situación duraría solo unas semanas, algún mes o varios, pero ha durado más de 500 días.

Sufrió la pérdida de su hijo mayor. Fue asesinado cuando iba a dar medicamentos a un amigo enfermo. Quería preguntarle cómo se encuentra su familia hoy. Parte de ella está en Segovia, pero tiene más en Gaza. ¿Cómo se afronta la vida ahora fuera de su hogar? 

Aquí en en España tenemos una vida muy buena. Tenemos una casa. El primer mes desde que llegamos, mis hijos me preguntaban: "Papá, ¿cuándo vamos a tener una llave?". Una llave significaba poder cerrar la puerta y estar seguros como familia. En los dos últimos años en Gaza, vivíamos en lugares, como mínimo, con otros 17 familiares. Por primera vez estamos aquí tranquilos y tenemos de comer, luz y agua, todo eso. Está muy bien. Mis hijos aquí aún no pueden creer que pueden salir de noche, ir a donde quieran, comprar lo que les de la gana. Pero también nos provoca un sentimiento un poco amargo, de culpabilidad. Nosotros estamos bien, sin embargo, sé que mi hermana, mi hermano, mis sobrinos, amigos, todo el mundo allí lo está pasando muy mal.

¿Que día a día llevaban allí?

Una cosa que alivia y que, a quien no lo ha vivido le cuesta imaginar, es que no hay drones. Para mi hijo menor, que ahora tiene 17 años, y mi hija, de 20, desde que nacieron y especialmente en estos dos años, el sonido de los drones era algo tan "normal" como que el sol sale cada día. Está ahí permanentemente, más que el sol, el ruido está las 24 horas. Cuando hoy la profesora de mi hijo me pregunta ¿qué tal está Mohamed? le digo que "de puta madre". Él, con 15 años en Gaza tenía que levantarse a acompañar a su hermano mayor, el pobre, a comprar leña. Si tenían suerte, la encontraban a 4 o 5 kilómetros. A veces no podían. Después, Mohamed tenía que cortarla, ayudar a su madre a encender el fuego dentro de la casa, que se llenaba de humo. Luego había que buscar agua, a veces no había nada que comer. Ahora, puede ir al supermercado, le gusta ir mucho. Está seguro, mejor.

Entonces, estamos bien, pero el corazón lo tenemos repartido, la verdad, entre Gaza y España. Por eso no podemos dejar de hablar de ellos. Es nuestro pequeño deber. Yo estoy muy agradecido a quien me da la oportunidad de estar aquí. 

  • Kayed Hammad en Elche. -

En los últimos meses hemos visto manifestaciones, gestos de solidaridad tanto en España como en otros países. ¿Qué representa ese apoyo? ¿Cree que se podría hacer más? Tras lo vivido, ¿qué le gustaría que la gente comprendiera sobre Gaza y sobre su pueblo cuando le escuche hablar? 

La reacción de estos pueblos se acumula. Quiero decir, que tendrá su efecto tarde o temprano. Eso quiere decir que cuando sale una manifestación, hay personas que la ven y que no saben nada de la causa palestina. Puede ser que alguien pregunte y se ponga a favor. Esto suma y siempre presiona a los gobiernos para que tomen las decisiones que tles traslada su pueblo. Lo que frena a Israel y su genocidio no es hablar mal. Lo que les frena es cortar relaciones diplomáticas, comerciales, de venta de armas y, por ejemplo, lo hemos visto en España. Sin embargo, en Italia hemos visto el pueblo italiano que está presionando, con huelgas y más acciones, pero aún el gobierno no toma posiciones que les respalde. Pero hay que esperar. Todo tiene consecuencias.

Hablo de Europa, pero en Sudamérica, la gente de Venezuela, de Colombia, también sus presidentes, están tomando partido. Nos da más impulso para seguir. Hasta hoy, la causa palestina nunca había tenido tanto escaparate por todo el mundo. Hoy, hasta un niño de 10 o 15 años puede tomar un móvil y grabar lo que está pasándole en Gaza. Lo puedes ver en directo. Quiero decir con esto, que no hay manera de desmentir el genocidio. Eso está a nuestro favor y esperamos que, por ejemplo, en Europa, España contagie esa actitud al resto del continente.

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