Cultura

'In memoriam' de dos hombres brillantes: Javier Moscoso y Javier Reverte

Una velada memorable una noche de verano en una terraza del puerto de Xàbia

  • Javier Moscoso -

XÀBIA. El pasado mes de julio falleció en Xàbia Javier Moscoso del Prado, un político poco conocido, pero clave en el primer mandato de Felipe González. Recordemos que su legislatura estuvo envuelta en la incertidumbre tras el convulso año anterior marcado por la enigmática dimisión de Adolfo Suárez y el fallido golpe de Estado, que a día de hoy sigue rodeado de luces y sombras, y porque un partido de izquierdas gobernaba por primera vez tras la Guerra Civil.

Nada más enterarme de su fallecimiento, me vino a la mente el escritor Javier Reverte que el mes próximo hará cinco años que nos dejó. Y el motivo de unir a ambas figuras en este artículo es porque tuve el privilegio de conocerlos en Xàbia y de compartir con ellos una velada memorable —digna de haberse transcrito— una noche de verano en una terraza del puerto.

El día que me presentaron a Javier Moscoso yo conocía su andadura política, pues la Transición y los años inmediatamente posteriores los seguí estrechamente y, desde entonces, aún me interesan. Estudió derecho y pronto inició una rutilante carrera profesional que lo llevó a desempañar altos cargos en la administración de justicia. Cuando llegó la Democracia, solicitó una excedencia para comprometerse políticamente. Se afilió a UCD y en las elecciones generales de 1979 fue diputado en el Congreso por Navarra. Posteriormente, se integró en el PSOE obteniendo de nuevo escaño en las elecciones de1982 que ganó Felipe González. Probablemente, el flamante presidente precisaba de un jurista de valía que lo asesorara y, por ello, lo eligió como ministro de la Presidencia, es decir, su mano derecha. En su segunda legislatura, lo nombró Fiscal General del Estado, cargo que por esos años entrañaba enormes dificultades. Y, por su destacada labor política, fue distinguido con las más altas condecoraciones del Estado.

  • Felipe González, Javier Moscoso y Fernando Morán -

A principios de 2011, un año después de conocer a Moscoso, siendo yo entonces director del Ajedrez Viviente de Xàbia, mi amiga Fina Doménech me sugirió que, para la edición de ese verano, el Invitado de Honor fuera Javier Reverte, con quien guardaba una buena amistad. Ni qué decir tiene que la propuesta me pareció magnífica. Enseguida nos reunimos los miembros del Ajedrez Viviente para elegir la obra a representar y, finalmente, nos decidimos por Don Quijote de la Mancha, en homenaje al escritor, corriendo la adaptación teatral a cargo de Dionís Henarejos.

  • Escena de Don Quijote

Reverte, tras cursar periodismo y filosofía y letras, fue articulista, cronista político, corresponsal en el extranjero, subdirector del diario Pueblo y reportero del programa de TVE En portada. Y fue a partir de los ochenta cuando se dedicó por completo a la literatura destacando, sobre todo, en el género de viajes, aunque también brilló en la narrativa y poesía.

Casualmente, en el mes de abril de ese año publicó En mares salvajes. Un viaje al Ártico, que aborda el paso del Noroeste, la ruta marítima por el norte de Canadá que une el Atlántico y el Pacífico, y que el deshielo causado por el cambio climático abrió para la navegación en 2007. Reverte, conocedor de ese hito histórico, encontró meses después un pasaje en un buque oceanográfico ruso, siendo de los primeros en recorrer el mítico Paso. Lo leí con fruición y, como hacía un par de años que había estado en Canadá, donde compré un enorme mapa del país, decidí seguir su itinerario poniendo marcas en su intrincada travesía marítima y el periplo por tierra que acometió a continuación.

  • Portada de En mares salvajes, de Javier Reverte

Llegó el día de la representación y mi amiga y yo nos desplazamos por la mañana a la Estación de Valencia Joaquín Sorolla para recibir a Javier Reverte. Luego, nos dirigimos al Parador, donde se hospedaba, y en la cafetería le expliqué el libreto, así como su función, que consistía en leer las jugadas de las blancas. Después de resolver sus dudas, despejé la mesa de una forma misteriosa, extraje el mapa de la cartera que llevaba y lo desplegué sin decir nada. Él se quedó sorprendido y pasados unos instantes sonrió con una expresión de nostalgia que dejaba traslucir los recuerdos de su aventura. Entonces, le desvelé el motivo por el que lo tenía y le mostré mi admiración por su libro. A continuación, nos comentó un punto que no menciona en el mismo: su preocupación por la navegabilidad del Paso, que conllevaría un aumento de la contaminación de la región ártica por el tránsito de cargueros y cruceros, y el consiguiente riesgo de sufrir accidentes como el del Exxon Valdez, en Alaska, o el Prestige, en Galicia.

  • El Ajedrez Viviente, en 2011, con Javier Reverte a la derecha

Tras el primer alto en el Parador caminamos hacia la lindante playa del Arenal donde el Ayuntamiento y la Comisión de Loreto, organizadora del evento, lo agasajaron con una comida en un restaurante. Al finalizar, me enteré por el alcalde José Chulvi, que estuvo sentado junto a Reverte, que charlando con él sacó a colación a Moscoso y que le informó que tenía su segunda residencia en la localidad. Él se alegró sobremanera y le confesó a Chulvi que eran muy buenos amigos y que hacía largo tiempo que no se veían. Naturalmente, el alcalde invitó a Javier Moscoso a la obra.

  • Rafael Andarias, Javier Moscoso, José Chulvi y Javier Reverte en Xàbia, 2011. -

Tras terminar la representación, Doménech, el arriba firmante y unos familiares cercanos nos dirigimos con ambos javieres a tomar una copa en una terraza en el encantador barrio marinero. Se trató de una conversación privada que, como es natural, no pueden trascender sus contenidos, pero hay algunos que sí pueden contarse. Los dos viejos amigos se sorprendieron de que el destino hubiera propiciado este reencuentro y enseguida pasaron a ponerse al día de sus últimas andanzas. Luego, entablaron una charla a la que nosotros asistíamos embelesados y que no queríamos interrumpir; pero, cuando uno tiene la ocasión de encontrarse con personalidades de esa talla, es lógico que surjan preguntas, así que, cuando veíamos la oportunidad, metíamos baza.

Así, uno de los “no javieres” quiso saber cómo fueron los primeros días de Moscoso en la Moncloa y este relató jugosas anécdotas con su jefe que divirtieron a la concurrencia. En eso terció Reverte y le recordó cuando lo quiso fichar para la política, oferta que declinó pese a los ímprobos intentos para convencerlo. Y, estando con Moscoso, era inevitable que alguno se interesase por uno de sus logros, que tan profunda huella dejó en los funcionarios: los días de libre disposición que pasaron a llamarse en la jerga popular “días moscosos”. El exministro esbozó una sonrisa y pormenorizó los entresijos de esa misión imposible, pues había que homogenizar las prerrogativas funcionariales que en cada ministerio estaban implantadas desde tiempos remotos. Sin duda, constituyó una velada inolvidable.

  • Javier Reverte en la Semana del Libro de Xàbia, 2019

Javier Reverte volvió a Xàbia para impartir una conferencia en la Semana del Libro de 2019, donde pude tener un nuevo encuentro con él. Posiblemente, este acto fue una de sus últimas apariciones públicas, pues a principios de 2020 irrumpió la pandemia, año en que emprendió el último viaje de su vida.

Seguí coincidiendo frecuentemente con Javier Moscoso, sobre todo, en el núcleo urbano del puerto, donde solíamos detenernos y charlar un rato. Siempre recordaré su forma de conducirse, su elegancia al vestir, su sombrero panamá y su pipa que nunca vi encendida. Y recordando su figura no podemos dejar de admirar y reconocer la valía de esa generación de políticos que hoy día echamos en falta.

Al poco de fallecer, me encontré un día de forma fortuita con su esposa Juana y le pregunté dónde reposaba. Me aclaró: "Aquí en su Xàbia, mirando al Montgó".

  • Monte Montgó, Xàbia -
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