VALÈNCIA. Ni canta ni baila, pero no se lo pierdan. El guitarrista Antonio Rey recala el próximo lunes 3 de marzo en el Teatro Olympia de València para presentar su último trabajo: Historias de un Flamenco, el disco con el que acaba de ganar su segundo Latin Grammy -tras obtenerlo también con Flamenco sin Fronteras- en el que explora la historia de un género musical que ni nace ni muere, sino que se reinventa.
Celebrando la labor del instrumentista, generalmente ninguneada, se agarra a las seis cuerdas de su guitarra para viajar a través de la historia del “arte jondo” mientras pone el foco en la música antes que en la imagen: “En los tiempos en los que vivimos el público se centra en lo físico y un instrumentista no se mueve, tenemos que hacer un impulso para que se nos vea. Los instrumentista están infravalorados tanto en la música como en los premios, cuando más allá de la imagen lo que realmente tendría que importar en la música es el arte”.
Dentro del ciclo de Panorama Flamenco se sube al escenario del Olympia de la mano del cantaor gaditano Rancapino Chico, del bailaor El Choro y de su hermana Mara Rey, una gran cantaora con una potencia “desgarradora”. “Juntos tenemos la oportunidad de poner el foco sobre el flamenco y que tenga reconocimiento sobre el escenario. Con este disco intentamos mantener la tradición de este arte mientras jugamos con nuestras inquietudes”.
Para ello, Rey se rinde al arte del flamenco más puro -”ni el viejo ni el nuevo”- y se ciñe a un formato que funciona por sí solo: “Las modas van y vienen pero el flamenco nunca se olvida, goza de muy buena salud y consigue hablar por él mismo”. Respecto al “empujón” que le han dado sus dos Latin Grammys el guitarrista destaca que “suma público, demanda, oyentes y logra que le llamen más”.
Lejos de provocarle presión o miedo “los premios” hace justicia con la figura del instrumentista , tan “ninguneada dentro de la industria” y tan importante en cualquier espectáculo: “En la industria musical se mira mucho por la imagen y el físico cuando lo esencial debería ser el arte. Es difícil buscarse la vida con un instrumento en los tiempos que estamos, pero somos cruciales”, apunta el artista. Aunque en su carrera, destaca, tal vez, el mayor premio sea haber podido acompañar a grandes artistas como Diego El Cigala, Farruquito o Estrella Morente, de los que aprende que de la música lo que tiene que quedar es siempre el sentimiento: “La música no entiende de negocios, aunque hay mucho alrededor de esta, sino de emociones. La emotividad no sabe de géneros, edades ni colores y la música consiste en compartir el sentimiento, no en medir todo por el dinero”.
Echando la vista atrás, y mirando de cara al futuro, el deseo de Rey es seguir tal y como está: viviendo su sueño. Llegando al mundo entero con su guitarra, compartiendo sus composiciones y “manteniendo a su familia con la música”, todo gracias a su guitarra. Para quienes quieran aventurarse en el universo de los instrumentista -los grandes maltratados de la música- aconseja armarse de valor, pasión y paciencia: “En la música uno no deja de aprender ni de emocionarse. Lo importante es tener equilibrio, constancia y saber aguantar todos los baches que vienen. La música tiene mucho de creer en uno mismo, aunque la clave es la constancia, ensayar cuando uno está cansado y no parar nunca”.