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historia de fogueres

Cuando las Hogueras eran Fogueres de San Chuan

  • La hoguera de Santa Cruz, de Emilio Varela (1934), y José María Py. Archivo Municipal de Alicante (AMA)

ALICANTE. Las Hogueras de San Juan de Alicante —declaradas Fiesta de Interés Turístico Internacional y Bien de Interés Cultural Inmaterial— tuvieron un inicio que, en opinión del arriba firmante, es poco conocido y, por ello, ha decidido recordarlo en estas breves líneas que saldrán a la luz mientras se festeja la edición de este año. Las hogueras en la noche de la víspera de San Juan son una tradición que algunas poblaciones alicantinas, al igual que en otros lugares del mundo, la han venido celebrando desde antiguo para conmemorar la entrada del verano. Sin embargo, no fue hasta 1928 cuando ondeó el banderín de salida de nuestras Fiestas de Hogueras de San Juan. Su comienzo fue verdaderamente sorprendente.

Un andaluz llega a la terreta

Un alto funcionario de correos gaditano, tras pasar un tiempo en Valencia y empaparse de sus Fallas, fue destinado a Alicante a principios de la década de los veinte del pasado siglo. Sin duda, al poco de llegar no tardaría en preguntarse: «¿Por qué estas gentes no tienen unas fiestas de auténtica categoría acorde con su maravillosa ciudad?». Dándole vueltas al asunto, no tardaría en decirse: «Podrían levantar unos monumentos falleros, pero creados con su idiosincrasia que es bien diferente de la de sus hermanos del norte». Y no sería de extrañar que un día, paseando por el Postiguet o la Explanada, todo inmerso en sus cavilaciones, se dijera: «Pero no deberían celebrarse en el equinoccio de primavera, sino en el solsticio de verano para diferenciarse de los valencianos… ¡Eso es, y así coincidirían con los ancestrales fuegos de San Juan!». De camino a su casa de Alfonso El Sabio seguiría devanándose los sesos: «¿Y cómo se podrían llamar a esas fiestas?..., ¿en castellano o en valenciano?… Aquí todos coinciden en decir que viven en la millor terreta del món...». Probablemente, intuyendo que el eureka lo tenía cercano se detendría unos momentos y, mientras se atusaba los bigotes con la mirada perdida, de pronto le irrumpiría en la mente: «¡Fogueres de San Chuan!».

José María Py, que así se llamaba este enamorado de nuestra terreta, enseguida se entrevistó con las personalidades más relevantes de Alicante para exponerles su propuesta y convencerles de que sería beneficiosa para la ciudad en todos los ámbitos. Autoridades municipales, periodistas, abogados, médicos, comerciantes y lo más granado de la sociedad recibieron encantados su proyecto. El caso es que con su entusiasmo brindó a los alicantinos unas fiestas que, con el transcurrir de los años, serían las más identitarias y de proyección internacional. 

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