Análisis

Comunitat Valenciana

Valencia se convierte ahora en el campo de batalla para las cuitas entre Abascal y Feijóo

  • Feijóo y Abascal, en una imagen en el Congreso el pasado año.
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VALÈNCIA. Sólo unas horas ha durado la cordialidad entre el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, y el líder de Vox, Santiago Abascal. El miércoles se difundía, con especial empeño de la formación popular, que su máximo dirigente había telefoneado al referente ultraconservador para hablar de la situación de Comunitat Valenciana.

La llamada se había mantenido en buen tono y ambos habían coincidido en "la necesidad de dar estabilidad" a esta tierra con la mirada puesta en proseguir con la reconstrucción.

Bonitas palabras que este miércoles dieron paso a la realidad política. Una vez cumplida la representación solemne de un aparente interés por lo que suceda en la Comunitat Valenciana, las declaraciones de los distintos dirigentes de ambas formaciones pusieron de manifiesto que quizá no resulte ni mucho menos fácil que alcancen un acuerdo, algo que resulta obligado puesto que los votos de Vox son necesarios para investir a otro presidente de la Generalitat tras la renuncia de Carlos Mazón.

De esta manera, si pocos meses después este diario ya informaba de que Valencia se había convertido en el campo de batalla para las cuitas entre Feijóo y Pedro Sánchez, casi un año después parece que en este caso la Comunitat servirá de escenario -y excusa- para la pugna entre el líder del PP y el presidente de Vox. Al menos es lo que se desprende de las posiciones públicas vertidas este miércoles.

"Seremos mucho más firmes y mucho más exigentes", afirmó Abascal preguntado por esta cuestión en una entrevista para La Vanguardia, para apuntar que Vox "está acostumbrado" a que el PP les intente "engañar" y a que "no cumpla con sus compromisos". En cuanto a los posibles términos de un futuro acuerdo, el dirigente destacó que la discusión "nunca" se centrará "en personas, sino en políticas concretas", por lo que todo apunta a peticiones relacionadas con las políticas ecológicas y la inmigración.

Al margen de esto, Abascal no dudó en plantear un pulso que pueda terminar en una visita a las urnas. "Nunca tememos unas elecciones y tampoco tememos que el PP tome la decisión de ir a unas: si convocan, lo asumiremos, nos presentaremos con nuestros candidatos y, sobre todo, con nuestras ideas", sentenció.

  • Feijóo en el Congreso y al fondo Abascal. Foto: EP/EDUARDO PARRA

Unas palabras sobre las que fue preguntado Feijóo, quien insistió en "mantener la estabilidad" en la Comunitat Valenciana y "un gobierno centrado en la reconstrucción" tras la dana. A su entender, ir a elecciones en esta autonomía en este momento sería "una irresponsabilidad" de la que los ciudadanos "tomarían buena nota".

"Después del primer año de las víctimas de la dana y de ese impacto medioambiental personal, familiar y económico que han sufrido más de 800.000 ciudadanos con más de 229 vidas perdidas, creo que es el momento de mantener la seriedad y el rigor y mantener la estabilidad en el Gobierno valenciano", manifestó ante los periodistas.

Un mensaje idéntico al repetido por otras voces de la dirección nacional del PP, como el secretario general del partido, Miguel Tellado, quien también este miércoles defendió "evitar" unas elecciones porque "ningún valenciano entendería" que ahora se "paralizara" la reconstrucción por el proceso electoral. Por eso, Tellado apeló al "sentido de Estado" de Abascal, para llegar a un acuerdo en la investidura de un nuevo presidente que sustituya a Carlos Mazón, máxime cuando, opinó, los votantes de centroderecha y la sociedad española "quieren un pacto entre ambas formaciones".

Así, la posición mostrada por Génova pone de manifiesto su deseo de evitar las urnas y lograr investir cuanto antes a otro presidente de la Generalitat. Un puesto para el que, de momento, el mejor situado es el secretario general del PPCV y mano derecha de Mazón, Juanfran Pérez Llorca. No obstante, de no lograr este objetivo, la estrategia diseñada por el PP con la renuncia de Mazón les permite igualmente ganar el tiempo suficiente para evitar una visita a las urnas de inmediato. Tal y como informó este diario, si no hay acuerdo, cumplir todos los pasos correspondientes -presentación de un candidato y diferentes votaciones posibles- terminaría con unas elecciones dentro de cinco meses: tiempo suficiente para que, al menos, el PP pudiera alejar en mayor medida la imagen de la dimisión de Mazón y articular con mayor margen una candidatura para la Generalitat.

De esta manera, el pecado original, irreversible y cometido a conciencia por parte de los populares se encuentra en la decisión de no haber afrontado un adelanto electoral cuando Mazón anunció su adiós el pasado lunes. Ahora esa opción ya no es posible, puesto que un presidente en funciones no posee esa capacidad. De esta manera, automáticamente, el escenario ahora mismo sólo tiene tres salidas: un pacto rápido entre PP y Vox para la investidura de un nuevo presidente; un acuerdo a última hora dentro de tres meses, o elecciones ya en cinco meses. O lo que es lo mismo, Feijóo y los suyos optaron por una solución mediante la que seguirán presidiendo la Generalitat o, en su defecto, alejarán lo máximo posible a los valencianos de las urnas. Eso sí, con un gobierno en funciones y con un presidente fuera de juego.

Una maniobra que, obviamente, Vox ha detectado. Los últimos sondeos vienen reflejando un ascenso del partido de Abascal en la Comunitat Valenciana por lo que a priori habrían preferido unas elecciones inmediatas; si bien existen otros factores por los que el líder de esta formación, cuyo objetivo final es adelantar a Feijóo y alcanzar La Moncloa, puede preferir, llegado el momento, alcanzar un acuerdo y evitar elecciones en este territorio. Ahora bien, la lógica apunta a que Abascal, en cualquier caso, querrá aparecer como un dirigente que dobla el brazo del líder del PP en alguna cuestión simbólica para llegar al citado pacto.

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