VALÈNCIA. Uno de los detalles que no puede olvidarse al analizar cómo se abalanzó la riada de la Dana sobre los municipios de l'Horta Sud es que el único sensor existente para medir los caudales en el barranco del Poyo, perteneciente a la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), sólo cubre la mitad de la rambla. La otra mitad, relativa a los barrancos de l'Horteta y Gallego, no se puede monitorizar porque estos cauces confluyen con el Poyo aguas abajo del sensor.
De hecho, tal como revela el estudio preliminar elaborado por el Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (CEDEX), las primeras inundaciones en llegaron por estas vías y no de la cabecera del Poyo. Y así lo confirmó ante la jueza de la Dana el jefe de Climatología de la Agencia Española de Meteorología (Aemet), José Ángel Núñez, en su declaración como testigo a principios de este mes y cuya transcricpión literal se ha conocido este martes.
En su relato, Núñez defendió el papel de la Aemet y sus reiterados avisos incluso excediendo sus competencias, y al respecto de la riada expuso en ese sentido que las primeras riadas "no se podían detectar con instrumental, solo podían haberse detectado con personal in situ" precisamente porque "las lluvias más importantes se estaban produciendo" desde primera hora de la tarde en "las cabeceras de los barrancos de Gallego y Horteta, que desaguan en el Poyo aguas abajo del aforador", situado en el cruce de la A-3 con el barranco del Poyo.
"La primera avenida de lluvias se registró aguas abajo, por tanto no se podia registrar por el caudalimetro porque esas precipitaciones procedian de dos barrancos que no están aforados, es decir, que desaguan aguas abajo del medidor de la CHJ", relató con detalle Núñez. Son aspectos, en realidad, relativos a la gestión hidráulica de la CHJ, cuyo presidente, Miguel Polo, está citado a declarar como testigo todavía sin fecha, así como la comisaria de aguas del organismo.
"Desde 2007 nadie ha cuestionado los umbrales de Aemet"
Otro de los aspectos clave de su declaración sobre el que no se había incidido demasiado tiene que ver con la defensa que hizo Núñez de los umbrales con los que trabaja Aemet, sobre todo tras las críticas lanzadas desde el Consell por haber indicado que lloverían 180 litros por metro cuadrado en 12 horas cuando esta previsión se superó en muchos sitios en un tiempo muy reducido. Lo cierto, sin embargo, es que esa cifra no era una previsión, sino un umbral a partir del cual se activa el nivel rojo, tal como han explicado los expertos en reiteradas ocasiones.

- El jefe del servicio de Climatología de la AEMET en la Comunitat Valenciana, José Ángel Núñez. Foto: ROBER SOLSONA/EP
Fue a las siete y media de la mañana cuando se activó el nivel rojo, que en la Comunitat se activa cuando el riesgo es extremo, y los protocolos dicen que este se produce a partir de los 180 l/m2 en 12 horas o 90 l/m2 en 1 hora. En ese sentido, Núñez insistió en que este umbral "es el acordado con Protección Civil" y que "el gestor de la emergencia lo conoce", en relación a la Generalitat Valenciana. Además, insistió que a aquel aviso rojo se le añadieron advertencias: "La acumulación puede darse en 2 o 3 horas", acompañaba la alerta roja.
Asimismo, el jefe de Climatología de Aemet en la Comunitat Valenciana recordó que fue en 2007 cuando se puso en marcha el sistema Meteoalerta y fue cuando "se consensuaron una serie de umbrales con las protecciones civiles". "Han pasado 18 años y nadie ha denunciado que sean cortos o largos, se han gestionado las emergencias en base a esos umbrales", aseguró. Así, admitió que los umbrales de viento "sí se han modificado porque se vieron que eran cortos" pero los de precipitación no, "siguen igual".
En cuanto a la zona del aviso rojo, estaba dirigido al "litoral norte de Valencia" a primera hora de la mañana, es "una zona muy amplia" según reconoció el técnico de Aemet. "En el estado actual de la ciencia, el intento de ultraprecisión es la fuente mas importante de error que hay; podriamos hacer zonas mas pequeñas, pero los errores serían enormes", aseguró en ese sentido, para añadir que "la incertidumbre en meteorologia en muy alta, se sabe que se va a llover mucho, podemos precisar una zona, pero no se sabe exactamente en que pueblo va a llover más ni cuanto".
Por eso, dijo, aquel día "tres cuartos de la provincia de valencia estuvo en aviso rojo" y en zonas como el Camp de Morvedre "apenas llovió" igual que en l'Horta Nord. "Se establece una zona amplia donde se piensa que se van a producir esos fenomenos extremos", expuso, para insistir sin embargo que "siempre que se ha producido un aviso rojo por precipitaciones, ese aviso rojo se ha cumplido". Al final, "no hay tantos avisos rojos". Aquel, el del día 29 de octubre, era el primero del año.