VALÈNCIA. El Partido Popular de la Comunitat Valenciana encara la recta final del año con su liderazgo todavía en el aire. Resulta evidente que Juanfran Pérez Llorca, elegido presidente de la Generalitat recientemente, debe ocupar el cargo que aún ostenta Carlos Mazón, pero está por concretar la fecha y fórmula elegida para tal efecto.

Así, el camino más sencillo al que ya ha recurrido el PPCV en alguna ocasión -como ocurrió con Alberto Fabra en 2011 y con Francisco Camps en 2004-, es la sustitución del actual líder mediante una decisión del Comité Ejecutivo que sea refrendada por la Junta Directiva Regional.

Una vía estatutariamente válida pero que presenta alguna problemática. Por ejemplo, el nombramiento del secretario general del PPCV, cargo que actualmente posee Pérez Llorca y que dejaría vacante para ser presidente: un puesto que debe ser ocupado por alguno de los 22 vocales elegidos en el congreso del partido, según refleja el artículo 45.1 de los estatutos. Un hándicap debido a que, atendiendo al listado, no parece a priori que los allí reflejados fueran a priori la primera opción para un cargo orgánico de tal relevancia y dedicación.

Cierto es que, dadas las circunstancias fuera de lo común, quizá la dirección nacional del partido pudiera habilitar algún tipo de excepción o, en el peor de los casos, adoptar la decisión de implantar una comisión transitoria (gestora), que resulta mucho más flexible a la hora de elegir a su componentes. 

Unas cuestiones estas relevantes porque, tal y como informó este diario, el puesto de secretario general del PPCV ('número 2') resulta especialmente atractivo dentro de esta formación. En este caso, desde la dirección provincial de Valencia que preside Vicente Mompó, tienen la vista puesta en el cargo, al considerar que el puesto debería corresponder territorialmente a esa demarcación y han sido leales tanto a Pérez Llorca como a Mazón.

Ahora bien, más allá de cómo se resuelva, existen posibilidades, tanto si se aplica una gestora como si se elige finalmente a un secretario general del listado de vocales, que la solución podría tener cierto manto de temporalidad. Y es en este contexto, distintas fuentes populares apuestan por que Pérez Llorca convenza a Génova para abrir un proceso congresual a mediados de 2026.

En este punto, la primera pregunta es qué pasa con el expresidente de la Generalitat Francisco Camps, que viene precisamente exigiendo la convocatoria de un cónclave porque tiene la intención de presentarse para liderar el partido e incluso llegar a ser candidato. Un "elefante en la habitación" que hasta ahora la formación popular ha pretendido ignorar pero no por ello se ha diluido.

Es por eso que algunos dirigentes del partido consideran que Pérez Llorca, necesitado de visibilidad e impulso político, debería plantearse la posibilidad de medirse en un congreso con Camps: una decisión que, con sus riesgos, podría proporcionar también beneficios interesantes para el nuevo inquilino del Palau de la Generalitat.

En primer lugar, de obtener un triunfo solvente, quedaría legitimado en su cargo y no como un mero elegido por Génova. En segundo lugar, el proceso generaría un interés mediático que mejoraría su rango de visibilidad y, por último, la victoria, especialmente si es holgada, terminaría con la contestación interna del expresidente Camps por la vía democrática e, incluso, podría llegar a facilitar la integración y unidad con el sector hasta ahora crítico.

Una fórmula atrevida que algunos dirigentes populares ven cada vez más lógica en el medio plazo para Pérez Llorca, que necesitará no obstante el permiso de Génova y la sólida alianza interna de los otros referentes del partido como las direcciones provinciales y la alcaldesa de València, María José Catalá.