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SED BUEN@S Y LEED

Carlos Zanon: "No he sido nada respetuoso con Carvalho, excepto en lo esencial" 

ALICANTE. La eternidad toma extraños derroteros para llegar a término. En el caso de la literatura, cada autor navega con una brújula rota, como un Jack Sparrow de las letras, en busca del tesoro escondido que lo lleve a la posteridad. A veces toma la forma de un poema perfecto, otras la de una novela soberbia, y algunas, no muchas, la de un personaje que acaba superando la vida natural del propio autor. Personajes que trascienden la vida del autor como Sherlock Holmes en manos de Enrique Jarciel Poncela, John Dickson Carr, Ellery Queen, Caleb Carr, Stephen King, Jo Soares o Michael Chabon, o Corto Maltés, ahora en los trazos y las historias de Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero. Este ha sido el caso de Pepe Carvalho y Manuel Vázquez Montalbán, un personaje que goza del cariño de los lectores, sepultando, tal vez, una obra ingente que ha producido hitos de la literatura hispánica, como Galíndez o Cuarteto.

Carlos Zanón, poeta, novelista, guionista, articulista y crítico literario, nacido en Barcelona en 1966, autor de algunas de las mejores novelas de la literatura española contemporánea, como Yo fuí Johnny Thunders (2014) o Taxi (2017), se ha atrevido con el reto de tomar el personaje de Manuel Vázquez Montalbán y traerlo a la segunda década del siglo XXI, en Carvalho. Problemas de identidad (Planeta, 2019), con el beneplácito de los herederos, de la crítica y de los lectores.

-La última vez que hablamos, respecto de Taxi, tu anterior novela, comentaste que intentabas evitar ser identificado como el autor de Barcelona, y después te has vestido del autor de Barcelona por excelencia, Manuel Vázquez Montalbán… ¿ha sido un si no quieres caldo, toma dos tazas? 

-Jaja, bueno, sí, aunque si te fijas la novela está hecha desde dos sitios, que son Madrid y Barcelona, que era la idea que yo tenía. Es verdad que yo quería probar otras cosas, escribir desde otros lugares, pero se cruzó por enmedio Carvalho y la posibilidad de hacer una novela con un personaje tan potente como él, pensé que podría ser divertido, jugar un poco en la piel de otroAún así, sigo pensando lo mismo, intentar no estar donde la gente piensa que vas a estar.

-A mí este Carvalho me recuerda a una ficción que acaba de ocupar las carteleras, el Spider-man, un nuevo universo, que plantea una serie de spider-mans en diferentes universos, unos que son parecidos al personaje original, y otros tan alejados de él como el cerdito de los loony-toons o una chica manga con su robot. Tu Carvalho me parece un Carvalho en un universo paralelo, no tanto la continuación del Carvalho de Vázquez Montalbán.

-Sí, esa es una lectura completamente apropiada. De hecho, la última novela de la serie, Milenio, ni siquiera la leí. Más que intentar ver cómo sería este personaje, era hacer una relectura. En el momento en que montas el artificio de que es un personaje real en el cual se inspiró, a mí me permitía casi total libertad, por lo que yo podía hacer un Carvalho con el que yo me sintiera a gusto, a mi propio albedrío. No he sido nada respetuoso, excepto en lo que consideraba que era esencial del personaje, como esos dos anclajes que son su casa y su despacho, pero si te fijas es un Carvalho que nunca vuelve a los sitios en los que había estado, ni a los mismos barrios, ni a las mismas calles, ni come en los mismo sitios, es un personaje completamente hacia delante. En realidad era la historia de sacar a Carvalho del libro y volver a meterlo. Es y no es Carvalho todo el rato.

-¿Te planteaste incluso llevarlo más allá y trasladar el despacho de Carvalho, por ejemplo, a Madrid?

-No, pero por ejemplo la casa donde vivía sí, la cambié de montaña. Estaba en territorio Marsé y yo la saqué de allí. En el momento en que coges un personaje conocido, la gente quería tener algunos anclajes con los que se pudieran sentir cómodos, y a partir de ahí, lo otro sí podía ser un poco más loco.

-Bueno, y Biscúter y el tema de la comida.

-Sí, sí, eso sí.

-¿Había que ser radicalmente contemporáneo para que Carvalho resultara verosímil?

-Los carvalhos eran eso, era una especie de bajar a la calle y mirar, eran como periódicos de 250 páginas. Claro que podría haber hecho un Carvalho ambientado en el pasado, como olvidado, en los años 80 o los 90, pero a mí me gustan mucho los libros que parece que los hubieras escrito la noche anterior, como medio vivos, medio aún por hacerse, medio crudos, esa idea de la literatura como muy directa. Y por otro lado, lo que era un problema, que era el momento político, también generaba la sensación de estar haciendo algo que se estaba moviendo todo el rato.

-En ese momento político, que parece una extensión podrida de la Transición, esa afirmación que incluyes en el texto de que cada cierto tiempo, hay que matar al rey y hay que matar al padre… siempre y cuando se sepa quien es el padre, y no acabamos de tener claro quién fue el padre de la Transición.

-Quizás también parte del problema es que sólo tenemos un debate en este país, que es el debate identitario y el resto de problemas no están. Nunca hay un debate, a ese nivel, sobre si queremos rey o no, por ejemplo. Y también en el momento en que no decapitamos a nuestro padre, pero somos conscientes de que nuestro padre se dedicaba a robar, con el caso de Pujol, pues supongo que tenemos que ir hacia delante. Lo que pasa es que me parece también que a veces hacemos una lectura muy ventajista de la Transición, sobre todo cuando no damos ninguna propuesta, como quemar el container y al verlo arder pensamos "bueno, y ahora dónde ponemos la basura", y "ah, bueno, pues no lo sabemos", a lo mejor deberíamos haberlo pensado antes de quemarlo. Hay una interpretación infantil sobre esto, de niños mimados, de una revolución sin jugarte el culo.


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