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Caos en el cole

  • Penalva. Foto: RAFA MOLINA
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Como algunos vaticinaban, ayer el inicio del curso escolar 2017-18, la entrada a los coles fue un auténtico caos. Niños llorando y mamás y papás agobiados. Los más pequeños acompañados por una banda de música que más que acompañarlos los asustaba, alumnos que no saben dónde está su fila y encima compañeros que no conocen y maestros que tampoco. Las mamás y los papás muy agobiados porque no saben cómo van a llegar a fin de mes con los gastos que se avecinan de ropa, equipamiento escolar y sobre todo los libros. El profesorado igual: no conocen instalaciones, no saben que alumnos van a tener y encima desesperados porque han venido de lejos y tienen que buscar alojamiento para este curso.

También caos lingüístico, unos niños hablan en valenciano, otros en castellano y hasta hay quien se atrevió con el inglés cuando hablaban de sus pelis, series y juegos favoritos. Todo un caos.

Nada más lejos de la realidad. Aunque haya habido algún llanto propio de la separación, del vínculo de padres e hijos, la entrada al cole ha sido el hecho más normal en la experiencia vital de los alumnos y sus padres.

Todos sabían dónde colocarse, la alegría de volver a ver a tus compañeros, el temor aunque ilusionante de los que empiezan y de los que vienen de otros coles. La tranquilidad de las mamás y los papás de que empieza el curso y ¡tenemos maestros y maestras! Y la xarxa de llibres funciona y si mi hijo aún es pequeño tengo el bono-llibre y ya la cuesta de septiembre es menos cuesta. Y se incrementan los beneficiarios de las becas de comedor y transporte a quien lo necesita, lo que supone también un alivio para las familias con más dificultades.

La satisfacción del maestros y maestras que este curso tiene trabajo después de tanto tiempo, con lo que eso supone para su vida personal y económica y además, está haciendo aquello que le gusta. Más de 1.400 docentes más que el curso anterior. Muchos de ellos jóvenes que empiezan a tener su primera oportunidad. 

Y por cierto, tanto los niños como los padres, mientras esperan entrar en sus clases, hablando en valenciano y en castellano a su elección y además se entienden. 

Una vez más, frente a quienes no les importa hacer daño por intereses partidistas, el tiempo está demostrando que aunque quedan cosas por hacer y mejorar, es justo reconocer que es mejor para la educación de nuestros hijos e hijas, practicar la honestidad y transparencia en un Consell y en una Conselleria, que volver a los tiempos de los recortes, la privatización de lo público, el despilfarro y la corrupción. 

Por tanto, los malos augurios de algunos no se han cumplido y esto es un buen presagio de lo que se avecina: un curso escolar ilusionante y productivo. 

* José Manuel Penalva es portavoz adjunto de Compromís en la Diputación de Alicante. 

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