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A tota virolla

Calatrava antes de Calatrava: cuando el arquitecto era un icono de izquierdas

VALÈNCIA. Si no fuera porque su nombre aparece en el titular, directamente, podríamos jugar a quién dijo qué. ¿Quién dijo que “el dinero es una mierda” y que “los bancos son horribles”? ¿Quién dijo que “en los últimos 20 años (València) ha estado enajenada en manos de los promotores”? Calatrava, todo eso lo dijo Calatrava. 

Ampliando el rango, podríamos preguntarnos quién dijo esto otro: “cuando escuché los datos de mantenimiento del museo de la ciencia me quedé sorprendida. Los costes eran muy altos”. Esa fue Rita Barberá, en los albores de la hegemonía del PP valenciano, cuando Calatrava era un icono sospechoso. 

Antes del Calatrava archiconocido, postal de València, símbolo del exceso, un hijo de la ciudad cuyo nombre no hay que pronunciar en voz alta, ocultado incluso por quienes se abrazaron a él con fuerza, antes de ese Calatrava hubo otro: un icono de izquierdas.

Un hombre también llamado Calatrava que en el 92 -año parteaguas- participaba en los 21 Premis Octubre, en homenaje a Fuster. Allí Calatrava, delante de Jordi Pujol, salió al estrado para dedicarle unas palabras a su amigo el escultor Andreu Alfaro. Emocionado, Alfaro agradeció antes de dar su discurso: “La libertad es la diferencia y la uniformidad es el poder. Si queremos conservar la libertad, tenemos que conservar la diversidad".

“Hay un Santiago Calatrava antes de Calatrava”, certifica ahora Miquel Alberola, histórico periodista de El País quien recuerda una primera entrevista en 1986 (para El Temps). “En aquella ocasión vino desde Zúrich y se trajo un proyector en el avión para enseñarme uno de sus trabajos. Era una persona muy humilde”.

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