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sinestesia con florituras

Botánica y música: cuando las plantas hacen la banda sonora

  • Foto: JUANMI PONCE

VALÈNCIA. Durante los años cincuenta y sesenta las plantas diversos estudios científicos intentaron averiguar la relación real entre las plantas y la música. ¿Crecen estas más si se les pone Mozart? ¿Se comportan mejor los cultivos si además de buenos cuidados reciben una estimulación sonora?... La ciencia ha dedicado numerosos estudios a estas cuestiones, con motivo de acallar (tal vez) a aquella madre que le canta a sus orquídeas para que le salgan más flores. Lo cierto es que en revisiones como Avances en los efectos de las ondas sonoras en las plantas se demuestra a través de experimentos y datos que si bien las ondas de sonido afectan en las plantas lo hacen porque ciertos genes se activan bajo la estimulación del sonido. Vamos, en cristiano: Las plantas si perciben el sonido, aunque no siempre bailan acorde con este.

El investigador y biólogo valenciano Javier Foment Millet lo tiene bien claro: “No parece ser algo demostrado que las plantas crezcan mejor con música”, pero sí tienen “sentimientos”, eso seguro: “Lo que está claro es que son capaces de percibir el sonido, al menos a través de los mecanorreceptores”. Estos receptores son aquellos sensibles a diferencias de presión, como podría ser el tacto por ejemplo. Así pues las plantas sienten, escuchan de su cierta forma pero aún se escapan del mimo musical, por lo que no tienen un grupo favorito al que crecer en su sintonía.

Foto: JUANMI PONCE

Acción y reacción

Entre el final de la década de los setenta y el comienzo de la de los ochenta las plantas y la botánica vivieron su primera historia de amor en formato álbum. El compositor canadiense Mort Garson decidió jugar con la electrónica para hacer un disco dedicado a las propias plantas: Plantasía. Garson no se haría popular entre su público objetivo, pero si entre el humano, logrando reconocimiento por este al tratarse de uno de los primeros álbumes… representativos de la música electrónica. Una lástima para las plantas, quienes no recibieron ningún tipo de reconocimiento, naturalmente.

Si bien ya se sabía a finales de los setenta que estas oyentes no iban a poder admirar la música tanto como los humanos al menos existía el factor de la respuesta. Porque al fin y al cabo en el arte, guste o no, se busca la interacción. Viajando aún más en el tiempo llegamos al siglo veintiuno, en el que la adoración artística y el homenaje va más allá de papers científicos y larguísimos estudios. La investigación se hace con lo que se tiene por casa, y los resultados saltan de forma natural a la vista. Músicos como Eduardo Comelles y Jordi Sapena dedican álbumes completos a estos compañeros verdosos. Artistas como David Orrico de Colectivo Nerval van un paso más allá y crean música desde las plantas.

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