A estas alturas de la película les reconozco que me resulta ya intrascendente, y hasta tedioso, estar discutiendo sobre dónde y con quién pasó la tarde del 29 de octubre del año pasado el presidente Mazón. O si se limitó a comer, a quedarse de copas o a jugar al mus. No estaba donde debía estar en una situación de la que se sabía desde mediodía del cariz que estaba adquiriendo y no ha sido capaz de dar una explicación simplemente coherente. Ya no digo verdadera. Digo simplemente coherente. O que coincida con la anterior. Con eso me vale para pensar que no ha estado a la altura del cargo que ostenta.

Pero no es eso ya lo que me preocupa como ciudadano de a pie, acostumbrado como estoy a que, quien está en política, y sobre todo si ejerce poder, oculte información que cree que le perjudica cuando precisamente lo peor es que se sepa que la oculta, aunque no se sepa a ciencia cierta de qué se trata. Que, al final, es lo mismo que mentir. Porque si trabajas en lo público y vives de ello, lo primero es la transparencia. Y si no eres transparente, simplemente mientes si no puedes o no quieres decir la verdad.

Lo que verdaderamente me quita el sueño, y creo que en eso deberíamos coincidir todos, es en tener que confirmar por enésima vez que no son los mejores, los más capaces, los que atesoran mejores habilidades en la gestión, los que más saben, en una palabra, quienes están al mando de aquello que es de todos. Y eso es grave, y para darle una pensada, cuando tenemos la oportunidad cada cierto tiempo de elegir a quien deba asumir esa responsabilidad.

El pasado 7 de noviembre descubrimos que teníamos una consellera responsable de la gestión de las emergencias en nuestra comunidad, Salomé Pradas por más señas, que se había enterado a las 20:00 horas del fatídico día de la dana, cuando todo estaba ocurriendo, de que "existe un mecanismo que se denomina ES-Alert", porque "un técnico nos informa". Así de literalmente se lo contó a un medio. Por si había dudas, Pradas afirmó expresamente que ese sistema de alertas era un "borrador" y que "no estaba en los planes autonómicos". Y así se estrelló esta ya ex gestora pública con la realidad de que ES-Alert fue puesto en marcha por su antecesora en el cargo, Elisa Núñez, en octubre de 2023, existiendo incluso un documento de la Generalitat, publicado en 2024 por la Agencia de Seguridad y Emergencias del gobierno valenciano, que refiere que ese sistema ES-Alert está activo "desde este año" en referencia al riesgo, precisamente, de inundaciones.

La pregunta, por tanto, es cómo llegó a alcanzar el cargo de consellera del área con competencias autonómicas en materia de emergencias alguien que no tenía ni idea de lo que tenía que gestionar. Es más: cómo llegó hasta ahí alguien que llevaba diez años en política activa, desde junio de 2015, y casi ininterrumpidamente, habiendo sido antes que consellera de Interior titular de la cartera autonómica de Medio Ambiente desde julio de 2023, algo que, no lo duden, mucho tiene que ver con saber de alertas y avisos a la población en caso de inundación.

Que quien debía saber con qué recursos contaba en el ejercicio de su cargo no lo supiera deja bien claro el nivel de quienes nos han gobernado. Pero eso mismo nos da igualmente idea del nivel de quienes aún nos gobiernan y delegaron un día en personas como Pradas la responsabilidad de un cargo que la beneficiaria, desde luego, nunca comprendió ni asumió como tal.

Y en esto sí es alarmante que el problema se haya solucionado, aparentemente, con cesar a la consellera por la ineptitud de no haberse siquiera ojeado el manual de instrucciones de su conselleria sin plantearnos qué pasa con quien le dio confianza y cargo. En una palabra: ¿qué aptitudes creyó Carlos Mazón que atesoraba Salomé Pradas para nombrarla consellera de Interior y responsable de emergencias en la Comunidad Valenciana?

Les juro que me preocupa mucho más hoy no tener respuesta a esa pregunta que a si Mazón pasó la tarde en su despacho o en un restaurante, porque si hay algo que nadie parece estar exigiendo es eso que se llama culpa in eligendo, es decir, asumir como propia la responsabilidad de aquel a quien eliges para una labor cuando no la cumple. Claro que, si no hemos conseguido que el president responda a un sencillo dónde estabas, no esperemos que nos respondan a un por qué le diste el cargo.

Y eso que la democracia va de votar a los mejores para que nos gobiernen. Porque son los que más saben de las cosas que les encargamos. O eso dicen.