Como posiblemente hoy tengan múltiples opiniones sobre el coronavirus, la declaración del Estado de Alarma, la gestión del Gobierno...me he decantado por retomar alguna de las claves de la conferencia del alcalde de Alicante, Luis Barcala, el lunes pasado, en el Nuevo Economía Fórum. Ahora bien, una de las reflexiones de Barcala no dista mucho de la sociedad que nos dejará la crisis de coronavirus.
La mayoría de analistas han coincidido en que el primer edil alicantino no mostró el modelo que quiere para la ciudad, bien porque no lo tiene, bien porque todavía está por definir; que quizás destinó demasiado tiempo en criticar a la oposición, o a lo que hizo la oposición en el pasado; en arremeter contra Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, o no en detenerse en explicar los objetivo de la Agenda Urbana. Bueno, yo creo que sí hay una conclusión, que atribuyo a Luis Barcala -posiblemente también al nuevo PP que ahora controla el partido en Alicante-: se ha dado cuenta de que al viejo modelo productivo -el del sol, playa, fiesta y ladrillo- ya no vale para las futuras generaciones y que ante la disrupción de las nuevas tecnológicas, es necesario formar una generación que se puede quedar excluida y, al mismo tiempo, si hay mano de obra de formada, vendrán o se asentarán empresas tecnológicas.
A diferencia de los que muchos ha dicho del Distrito Digital y su política de atracción de empresas, bien las grandes tecnológicas, bien las startups, hay un elemento que ha sido clave para que Alicante y su área de influencia hoy sea polo de atracción: por un lado, mano de obra barata frente a otros polos ya consolidados, y por otro, la conjunción de una serie de referentes que han visto en el Distrito Digital y en otras tecnologías muy concretas, como la Inteligencia Artificial, para hacer de Alicante un destino atractivo.
Otro debate que ya se verá con el tiempo es si la política de atracción de startups de la Sociedad Parque Temáticos de la Generalitat será pan para hoy y hambre para mañana y si ese ecosistema hoy instalado sobre los edificios administrativos de la antigua Ciudad de la Luz dan todo el servicio tecnológico que necesita el tejido productivo de Alicante y de la Comunitat Valenciana. Ambos hitos tienen sus defensores, y sus detractores. Con el tiempo también veremos si alternativa (por el momento más política que tecnológica) cumple las expectativas generadas.
Lo que sí es indiscutible es que Alicante es, a día de hoy (y si los efectos del coronavirus no lo echan todo por el aire) un destino atractivo para las tecnológicas, sobre todo, por los costes laborales que ofrece el territorio, y que la llegada de las grandes (Accenture, Indra, GGTech o el crecimiento de Everis) a la ciudad ha provocado movimientos en el mercado laboral, y roces con las pymes que dominaban ese mercado hasta ahora.