ALTEA. Mucho se ha hablado, desde el pasado martes, cuando la Policía Nacional desplegó la operación contra uno de grupos delictivos vinculados de la mafia rusa, de la relaciones de Alexey Shorikov y sus contactos en la comarca de la Marina Baixa. Que si el joven abogado era militante del PP, de sus buenas relaciones con los concejales populares de Altea, especialmente Jaime Sellés y Jesús Ballester; con el de Seguridad de Benidorm, Lorenzo Martínez, y sus contactos con la Guardia Civil de Altea -dos agentes, entre ellos, el jefe de la Comandancia- también han sido detenidos, o con un inspector de la Policía Nacional de Benidorm, también apresado.
Quienes le conocen dicen que era muy servicial, filántropo (hacia muchas donaciones de manera desinteresada) y siempre pedía favores para que sus clientes obtuvieran buenos servicios y trato. Muchos de los que le conocen no se explican tan gran operativo teniendo en cuenta dos cuestiones: en el caso de sus relaciones con políticos, y por el que se le imputa tráfico de influencia y cohecho, se trataría de delitos menores; y por otra parte, en el caso del supuesto blanqueo de capitales, consideran que la legislación es muy clara con las transferencia procedentes de Rusia y los bancos exigen arduos controles para recepcionar el dinero, procesos que pueden alargarse durante varios meses, cuando se trata de que el objetivo final es la adquisición de bienes inmuebles. También por el dinero incautado, sólo 300.000 euros.
Quizás lo más sorprendente sean los coches de lujo y las armas el botín más preciado: seis armas de fuego cortas, dos escopetas de combate, un rifle de francotirador con silenciador y miles de cartuchos de distintos calibres, más de 300.000 euros en efectivo, cajas de seguridad en bancos, monederos virtuales con criptomonedas, diamantes y 16 vehículos de lujo.
Y quizás lo que haya motivado todo sean los beneficiarios de todo el entramado de la Operación Testudo y sus intermediarios. La estructura del grupo organizado en España está formado por tres personas, que formaría una especie de triángulo: en un vértice estaría Alexey Shirokov, encargado de las relaciones sociales con las instituciones y los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad de Estado, y en otros dos vértices, Maxim Khasimov, era el encargado del blanqueo de sus clientes, a través de un entramado de empresas a nombre de otras personas y testaferros y operaciones bancarias oscuras orientadas a ocultar el origen delictivo los fondos, y Nikolay Mityurev, que era el encargado de captar clientes entre los empresarios, políticos y el crimen organizado ruso.