ALCOY. Durante los últimos ocho años, concretamente desde que el primer Botànic redujo la bonificación al impuesto de Sucesiones y Donaciones, la Asociación de la Empresa Familiar de Alicante (Aefa) ha hecho de este impuesto su caballo de batalla, al defender que complicaba el relevo generacional (un momento siempre delicado por cuestiones extraeconómicas) en un tipo de empresa, la familiar, que supone el 92% del tejido industrial de la provincia, el 85% del empleo privado y el 80% de su PIB. 

Y la gala de los Premios Aefa, a la que salvo en los primeros compases del Botànic (los de mayor desencuentro entre las partes) siempre ha acudido el presidente de la Generalitat, era año tras año el escenario de la reivindicación, habitualmente recogida en un saco roto. Este año, el primero con el popular Carlos Mazón como president, era distinto. No tenía sentido revindicar una medida que ya se ha adoptado (falta el trámite en Les Corts, previsto para antes de final de año), pero la presidenta de Aefa, Maite Antón, tampoco podía limitarse a dar las gracias, cosa que por supuesto hizo.