La semana pasada se realizó en Elche un acto sobre la renaturalización del cauce del Vinalopó a su paso por nuestra ciudad. Hay que dar la enhorabuena a los organizadores del acto. Se explicaron y recordaron cuestiones muy interesantes y fundamentales sobre el comportamiento del Vinalopó, sobre todo por los dos ponentes iniciales.
En resumen, lo que proponen los impulsores de dicha idea es eliminar el lecho de hormigón del cauce y, en su lugar, cubrir dicha superficie con vegetación y por eso lo denominan como «renaturalización».
¿Recuerdan esa película de principios de los años 90 titulada «El día de la marmota»? Pues eso, nos encontramos en la misma situación que el actor de la película, seguimos con las mismas propuestas una y otra vez y no salimos de esa situación.
Sorprende la definición que se utiliza del término renaturalización. Renaturalizar debería significar «restituir algo al estado previo en el que se encontraba antes de realizar una actuación».
Pero resulta que ese no es el significado que le dan a ese término siendo sustituido por «crear una naturaleza artificial, en este caso, formada por vegetación donde antes nunca la hubo».
No buscan dejar el cauce del tramo urbano del Vinalopó a su paso por Elche, tal y como estaba hace más de un siglo, cuando no era más que una rambla sin vegetación alguna, surcada por tendidos de telefonía y eléctricos y que se usaba principalmente como vertedero o escombrera dando lugar a los problemas actuales en barrios como Porfidio Pascual. Sólo hay que mirar los grabados del Siglo XIX o las fotografías que hay de principios del Siglo XX.
No, el objetivo es crear un aspecto de pseudo naturaleza artificial quizás pensando más en algo estético o en una moda. Pero una imagen que no se ajusta a cómo era el cauce. Puestos así y si comparamos su estado hace un siglo con el actual, ahora tenemos muchísima más vegetación en todo el tramo urbano, por tanto, aunque sea de un modo artificial, ya lo tenemos renaturalizado y no es necesario gastarnos 30 millones de euros que es lo que costaría la broma.
Tampoco es válida la comparación con el río Tarafa de Aspe. Las aguas de ese río son dulces, mientras que las del Vinalopó siempre han sido saladas debido fundamentalmente al aporte de sales de los terrenos que atraviesa. Tanto es así que la primera conducción de agua dulce a Elche procedía precisamente del río Tarafa. Y el canal del desvío en el embalse de Elche se ejecutó precisamente para salvar el tramo con más aporte de sales al Vinalopó. Así que, no esperemos lograr en Elche un cauce con agua cristalina con peces y cangrejos como se ha logrado en el Tarafa. Y si se logra sería antinatura y por tanto una renaturalización totalmente incongruente.