VALÈNCIA.- A estas alturas de la película es imposible seguirle la pista a las ediciones que ha hecho La Cúpula en sus 40 años de historia de las andanzas de los (peludos y fabulosos) Freak Brothers, y demás creaciones del texano Gilbert Shelton (EEUU, 1940). Ahora, la editorial catalana se ha atrevido con una nueva recopilación integral remasterizada a un precio más que asequible para que nadie se quede sin las disparatadas aventuras de este genial trío de cuatro (tres 'jipis' y un gato) que llevan dando guerra —o paz— desde 1967. Un noticia excelente, como la mítica ‘sin semilla’ de California que fumaban como si no hubiera un mañana y que les inspiró una frase que sobrevivirá a la posteridad: “son mejores los tiempos en que hay droga y no hay dinero que los tiempos en los que hay dinero y no hay droga”.
The Freak Brothers son, con permiso de algunas creaciones de Robert Crumb (Fritz the Cat o Mr. Natural), los únicos personajes que han sobrevivido de aquella época —finales de los 60, principios de los 80— en el que grupos de dibujantes aficionados (al dibujo, pero también a ponerse como las Grecas) decidieron convertir a los cómics, rebautizados para la ocasión como 'comix', en una de sus principales vías de expresión junto a la música. El movimiento underground tenía de rompedor su capacidad crítica y su marcada ideologización, pero tampoco hay que engañarse: tuvo tanto de nuevo como de continuador.
En primer lugar, a algunos se les empezaba a atragantar la avalancha de héroes con esquijama que renació con Los Cuatro Fantásticos en 1961 de la mano (y el talento) de Stan Lee y Jack ‘The King’ Kirby. Vistos hoy se les perdona pero el éxito fue consecuencia del infantilismo de lo que hoy se considera justamente el noveno arte, y comenzó en 1954 cuando se estableció la Comic Code Authority, que decidió qué podía dibujarse y qué no; como explicó Daniel Hajdu en La Plaga de los Cómics (Es Pop Ediciones). Una limitaciones que apenas dejaban espacio para casi nada, de ahí las ganas con las que algunos pillaron los nuevos vientos de libertad.
Por su posicionamiento político, el underground sí fue novedoso, pero estilísticamente no tanto. Es cierto que los fancines abrieron la puerta a jóvenes sin apenas experiencia —algunos con más ganas que talento— pero sus referentes seguían siendo los grandes clásicos, desde Walt Kelly a Will Eisner pasando por Milton Caniff o cualquiera de los grandes maestros de la editorial E.C.