Hemos comenzado el año (literalmente) con una caída de unos 600.000 afiliados a la Seguridad Social. Aunque durante el resto del mes de enero se fueron realizando contrataciones y nuevas afiliaciones, lo cierto es que el saldo no es muy prometedor. No obstante, atribuirlo exclusivamente a la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), sería dar saltos en el vacío, pues se requiere un período más largo para poder apreciar sus efectos y tener en cuenta otros factores.
Entre ellos, estamos entrando, en toda la eurozona, en una fase de desaceleración del ciclo, como puede verse en el “mapa de calor” del Instituto Ifo, que analiza las expectativas de consumidores y empresas. En concreto, en rojo, puede apreciarse que Italia lleva en recesión (profunda) la mayor parte de 2018 y las previsiones para 2019 son similares. Francia también ha entrado en recesión y los demás nos encontramos en fase baja del ciclo. Por tanto, los próximos trimestres se espera, tanto en el resto de la UE como en España, una caída en la actividad económica y, por tanto, en el empleo. Tuvimos conatos de recesión durante la primera mitad de 2016 (coincidiendo con inestabilidad política), pero el mejor clima del resto de la eurozona, en fase de aceleración, ayudó a superar el bache. No es probable que esto ocurra ahora.