CASTELLÓ. Piensa Pascual Arnal (Vila-real, 1969) que el mayor "piropo" que alguien podría decirle sobre su obra es que, pese a no entenderla, sepa que en sus fotografías pasa algo, que tenga la certeza de que se está constando una historia, aunque no sepa cuál. Algo que sucede también, en cierta manera, en los cuentos. Puede ocurrir que durante las primeras páginas nos cueste descifrar cuál es su trama, pero a medida que avanza la historia esto cambia, ya que es más sencillo asimilar y comprender el mundo al que se nos quiere llevar. En sus fotografías, Arnal pretende no solamente que reflexionemos sobre lo que vemos, sino también conseguir que con las imágenes que captura se generen infinidad de relatos más.
Este es, de hecho, el punto de partida de su último fotolibro El Corazón (La documental, 2020), un trabajo visual que entremezcla decenas de imágenes, todas diferentes entre ellas, lo que acaba convirtiéndose en una oportunidad única para que cada espectador las interprete como quiera. "Entiendo las imágenes como una puerta hacia muchos significados. Me interesa como funciona la evocación y la alegoría. Por eso he cogido personajes, gestos, escenas y paisajes que suelen aparecer en los cuentos para generar un simbolismo que quizá nada tenga que ver con lo que represento", explica Arnal.
Es decir, así como en los cuentos nos vienen a la cabeza imágenes de cómo sería lo que se nos está contando mientras leemos, lo que el creador intenta con su libro es que sean las propias imágenes las que nos hagan imaginar la historia y las palabras que sobre ellas se podría escribir. "Como mis fotografías son muy simbólicas, eres tú con tu propia vivencia quien has de construir tu propio relato y adentrarte en él", apostilla.