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La otra crisis: vender las joyas para poder comer

  • David Mellado, en la puerta de su establecimiento. Foto: KIKE TABERNER

VALÈNCIA. La pandemia global del coronavirus tiene dos vertientes diferenciadas: la crisis sanitaria y la económica. La primera mata, la segunda puede llegar a hacerlo. Las cifras del paro o de personas afectadas por los ya famosos expedientes de regulación de empleo temporal son escalofriantes. A eso hay que sumar los datos macroeconómicos a largo plazo, como la caída del Producto Interior Bruto prevista para 2020 que ronda el 13,6% según las estimaciones del Banco de España y el ocho según el Fondo Monetario Internacional.

Se prevé que el paro podría superar el 20,8% este año también según las estimaciones del FMI, dejando así las cifras globales de la anterior gran crisis, la del 2007, donde el PIB nunca tuvo una caída superior al 4% como una gran crisis, sí, pero no del tamaño de la que se avecina por el Covid. Y mientras la economía y el empleo se desploman a los peores datos de la serie histórica desde 1970, millones de españoles se las ven y se las desean cada día para poner un plato de comida en la mesa.

Para salir del paso, pues aún hay miles de ciudadanos afectados por ERTE que no han cobrado nada, muchas personas han optado por vender los objetos de valor que tienen para poder tener algo de liquidez. Las espeluznantes cifras han llevado a que la venta de oro se haya incrementado alrededor de un 30 por ciento, y la compra en un 15. El oro es lo que se conoce como valor refugio, así su precio ahora se encuentra en máximos históricos, aunque ese precio varía constantemente.

"Se me parte el alma cuando viene una persona a vender lo único que le queda de su madre porque no puede comer, o pagar el alquiler"

David Mellado sabe muy bien de lo que habla, desde 1966 su familia regenta un negocio de compra venta de este preciado material en el centro de la ciudad de València. Mellado explica que “la joyería, y en este caso el oro, es un reflejo absoluto de la sociedad y la economía”. Es decir, “cuando no hay crisis, la venta de este metal así como la del resto de joyería de precio razonable se vende bien. Sin embargo, cuando llega una crisis, esa joyería se deja de vender y lo único que tiene salida es la alta joyería, ya que en esas situaciones los únicos que pueden comprar son los ricos”.

En su negocio, David Mellado notó el cambio un mes antes del decreto del estado de alarma. A mitad de febrero comenzaron los movimientos de personas que querían comprar, pues no se fiaban de los bancos y preferían tener sus ahorros en oro que en dinero; pero también de personas que acudían a vender joyas para poder tener dinero ante la crisis que se avecinaba.

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