VALÈNCIA. Muno Na Baka es la formación musical de Enrique Ruiz (piano, sintetizadores) y Carol Galarza (cello). También es una frase en japonés, que quiere decir “idiota sin talento”. Enrique la sacó del manga Muno no hito (El hombre sin talento) de Yoshiharu Tsuge. El cómic versa sobre un perdedor absoluto, un apreciado dibujante de manga que se autosabotea y considera que no tiene talento hasta tal punto que se queda sin trabajo. “La historia me resultaba muy peculiar, me di cuenta de que todo a mi alrededor despedía un aroma japonés, desde el piano, los sintetizadores. Me inventé un cuentecito en el que iba robándole las canciones a un señor japonés y sacándolas poco a poco. Además somos un poco idiotas, sin talento… lo peor ya nos lo hemos dicho nosotros, así que no tenemos miedo a que nos lo digan”.
El cómic reposa sobre el piano de Quique. El piano está en un chalet en una urbanización próxima a L’Eliana. El talento también está. Está sonando en el streaming en directo que han montado para paliar la falta de conciertos. “Los conciertos son, lo primero, un disfrute propio. Hay algo de nervios como un examen. Después está el escenario y ves las reacciones del público. Se produce un bienestar muy chulo”, cuenta Carol.
2019 fue el año en el que Muno Na Baka salió al panorama musical local por primera vez. “Hicimos tres conciertos: Centro Excursionista, La Fábrica de Hielo, y en Catacumba, el Festival de cine de Godella. En este último preparamos un montaje audiovisual. El vídeo tiene mucho peso en nuestras actuaciones”. En esos conciertos sonaron temas como I Passed the Turing Test, una canción —que recuerda a la música de Nils Frahm— sobre los pensamientos de una Inteligencia Artificial que Ruiz realizó empleando un piano, CZ-101, una kalimba con looper y los sintetizadores Alchemy y Air's Vacuum Pro.
Muno Na Baka bebe de trayectorias de clásica y jazz, pero se pierde por el camino y avanza hacia la electrónica más introspectiva —y a veces visceral— de compositores como Ben Lukas Boysen, Jon Hopkins o Rival Consoles. Enrique es autodidacta: “He ido a alguna escuela, pero sobre todo de jazz. Todo a salto de mata. He tenido grupos que se acercaban al jazz, al rock, al tango. Este era el palo que aún no había tocado. Bebe muy tangencialmente del jazz, es una composición abierta”. Junto a Luis Torregrosa y Rafael Ramos fue integrante de Naima, un trío de, digámosle, post-jazz, en el que Ruiz ya expresó su interés por los sintetizadores. Con esta formación actuó en Vilnius, Londres, San Petersburgo y parte de Europa, donde lograron cierto reconocimiento. “Veo normal en mi trayectoria no tener encaje aquí, no lo veo raro. Convivo con ello”.
Por su parte, Carol tiene estudios superiores de conservatorio. “Conocí a Quique y Alberto Torres Blandina y apareció Niñamala. Me pasé al lado oscuro, hacia el tango y otros géneros. La parte clásica la tengo más abandonada. Hay una presión en el mundo clásico que hace que no disfrute, investigando otros géneros estoy más relajada”. Eso, lo del disfrute, es una constante en Muno Na Baka. Ruiz lo saca a colación cuando habla de las temáticas de la música que compone: “La oscuridad siempre está ahí, convive con la celebración de la vida, si te das cuenta que la muerte está cerca, ves cosas maravillosas de la vida. Es darte cuenta de que es imposible no ser feliz estando vivo”.
Los temas no van por el carpe diem facilón. En ellos hay un vitalismo que surge de experiencias duras pero que, a través del piano, el cello y los sintetizadores, se convierten en situaciones con belleza. “Hay un tema central, 888 Días, que son los días que vivió mi hijo”, cuenta Enrique. “Estar mal no cabe, con la vida tienes un regalo. A mí no me cabe otra posibilidad que no sea estar bien”. ¿Son estas composiciones una forma de terapia? Carol no lo cree. “Pienso que Quique plasma sus cosas. Simplemente muestra como es. Es una vía de escape de muchas cosas, de soltar lastre”. Según Ruiz, “A veces pueden parecer canciones tristes. En realidad soy tan optimista que en la música me voy a otro lugar menos happy. Quizá para enfatizar el contraste y para sacar lo bueno de lo supuestamente gris y oscuro”.