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MATERIAL FUNGIBLE

Instrucciones para convertirse en un fascista

VALÈNCIA. “Escribo contra la democracia porque es un sistema de gobierno irremediablemente defectuoso desde el origen. Es falso lo que dijo Winston Churchill, aquello de que la democracia es el peor método de gobierno exceptuando todos los demás: la verdad es que es el peor y basta”.

Así comienza el alegato de Michela Murgia que se ha publicado recientemente en Italia y que lleva por título Instrucciones para convertirse en fascista. En el momento de sacarlo del sobre, vía Gorizia, una caricatura de Forrest Gump, sentado en un banco y con una caja de bombones en la mano, repite esa máxima que toma de su madre: fascista es el que hace fascistadas. 

Michela Murgia es esa escritora sarda, magnífica, que tras publicar novelas conmovedoras como La acabadora o de presentar programas de crítica literaria en la televisión, ha trascendido su propia literatura para erigirse en una figura pública iluminadora, en un país como Italia tan falto de luces como encerrado en sus propias sombras. El gobierno de Matteo Salvini y Luigi Di Maio, esa entente monstruosa entre ex-indignados y ultraderechistas, ha revuelto todos los fantasmas de ese pasado europeo y ha creado una marca extrapolable a cualquier país europeo, Estados Unidos, Brasil o Filipinas, para consolidar un poder negro. 

Ese poder negro en Italia es el que está llenando de veneno la vida pública, el que menosprecia la política, el que señala y persigue a los extranjeros, el que banaliza el mal y la violencia contra las mujeres. Y ante el cual, la izquierda convencional principalmente se ha dedicado a repetir consignas, lemas escuchados como una letanía y discursos vacíos que no alcanzan a desmontar esa maraña de mentiras que han moldeado la mente de millones de personas.

¿Qué hacer cuando nuestras propias palabras se han vaciado de contundencia y han perdido su capacidad de emocionar o de convencer? ¿Qué decir cuando nuestro lenguaje suena manido, insustancial, como si recitáramos el manual del buen rojo? ¿Qué pensar ante el sueño de la razón y ante el valor creciente del desprecio y la crueldad?

Contra el moralismo

En medio del estupor, Michela Murgia radiografía esa nueva Italia que ha alcanzado el poder gracias al prestigio del cabreo general. Porque eso es exactamente lo que hemos conseguido: equiparar el cabreo a tener razón y las respuestas ingeniosas a la bella retórica. 

Ay, ¡otro artículo moralista al calor del auge de Vox!

El moralismo, la moral, no es lo que interesa en Michela Murgia, sino la ética.  El moralismo es el envase prefabricado que recalentamos en el microondas antes de metérnoslo en el cuerpo. La ética es otra cosa mucho más terrena, más social y menos pretenciosa. Digamos que la moral es lo que ocurre de cuerpo para dentro y la ética, de cuerpo para fuera. Bueno, ante estas explicaciones me queda el consuelo, al menos, de que este artículo no lo leerá Adela Cortina.

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