AlicantePlaza

LA NAVE DE LOS LOCOS

Hacerse mayor

Iba a escribir sobre los payasos contratados para amenizar las sesiones del Congreso de los Diputados, con especial atención al melifluo Junqueras, preso de las risas del pueblo español, pero el encuentro inesperado con un viejo amigo me hizo desistir de la intención. Tiempo habrá para hacerlo en esta legislatura en la que sólo cabe esperar grandes males y ningún remedio para este país que se desangra por la cobardía, la maldad y la ineptitud de sus élites.

Hacía muchos años, tal vez diez, que no veía a mi amigo, al que conocí en la Facultad de Periodismo. Me topé con él saliendo del bar Pascualín, en Ruzafa, donde acostumbro a comer algunos días de la semana.

Los dos nos quedamos sorprendidos, sin saber qué decir. Nos saludamos, nos dimos un tímido abrazo y hablamos de lo habitual en estos casos, cuando dos personas no se han tratado desde hace mucho: de la familia, del trabajo (descubrí que a él también lo despidieron por la crisis), de amigos y muertos comunes… Estuvimos conversando media hora en la confluencia de la calle Cuba con Centelles. Yo no tenía prisa porque había acabado mi jornada laboral y él tampoco porque libraba. Confirmamos nuestros números de teléfono y quedamos en llamarnos para tomar un café.

Lo vi avejentado y gordo. Nunca había reparado en su papada de pavo real. Llevaba  gafas. Su pelo había encanecido. Al marcharse, caminaba sin la prestancia de antaño, con la soberbia corporal que sólo distingue a los jóvenes herederos de una buena genética. Arrastraba un aire de decadencia que me enterneció. Justo es reconocer que yo tampoco estoy para tirar cohetes, pero creo conservarme mejor. Mi decadencia ha adoptado un ritmo más pausado y elegante.

Volver a la obra de Marcel Proust

El encuentro fortuito con mi amigo (cuyo nombre me reservo para no comprometerlo) me ha traído a la memoria al narrador de En busca del tiempo perdido de Marcel Proust. En el último de sus siete libros, El tiempo recobrado, el protagonista se reencuentra, al cabo de muchos años, con algunos conocidos, a quienes el tiempo los ha hecho irreconocibles; él los ve absurdos y viejos.

Recibe toda la actualidad
Alicante Plaza

Recibe toda la actualidad de Alicante Plaza en tu correo