VALÈNCIA. El aumento de la desigualdad y el estancamiento económico produce monstruos, más incuso que el famoso sueño de la razón, ya que ser irracional no implica ser violento aunque sí que es condición sine qua non para andar repartiendo leches por motivos políticos. El radicalismo político, aunque no conlleve salir a la calle a partir crismas, también es muy atractivo para las mentes irracionales. Resulta emocionante a los que se entregan a él, da sentido a sus vidas, mete buenos chutes de autoestima y evita siempre la engorrosa tarea de pensar, que plantea demasiadas e incómodas contradicciones y dudas.
Ignoro qué medidas educativas, sociales o policiales hay que llevar a cabo para que estos fenómenos no se reproduzcan. En tiempos de bonanza económica también ha habido descerebrados cometiendo crímenes políticos y gente en sus casas contextualizándolos o justificándolos. Lo único que puedo decir desde esta humilde columna de tebeos es que solo nos queda el consuelo de reírnos de estas gentes y que, dado el clima político que se respira ahora mismo en Europa, una opción es leer Las auténticas aventuras de Aleksis Strogonov (Ponent Mon, 2014).
Con guión de Jean Renaud y dibujo de Émile Bravo, este personaje, en la versión integral que reúne todas sus aventuras, recorre tres de los puntos cardinales de la violencia política en Europa durante el siglo XX. La revolución rusa y su guerra civil, de la que se cumplen ahora cien años, el auge del nazismo en la Alemania de los años veinte y el laberinto nacionalista de los Balcanes y sus conflictos casi imposibles de seguir para el no iniciado.