VALÈNCIA. En el programa de cabezas rapadas del mundo de la cultura de la ETB tenían razón: España está atrasada culturalmente. Aparte del propio programa donde se hizo esa aseveración, les pongo otro ejemplo que demuestra que es cierto. En la cadena Ten, donde se emite en TDT la pureza y vanguardia de la televisión mundial, las Kardashians van dos años atrasadas. Vienes del extranjero, buscas tu dosis de Kim & Co y te encuentras con que Catlyn Jenner es todavía un hombre. Estamos discutiendo si los programas educativos deberían incluir dirigirse en inglés a los niños desde que se encuentran en el útero materno para que puedan hacer algo más en la vida que opositar en su pueblo ¿y luego les damos las Kardashians con dos años de retraso y dobladas? Ay, si Carandell levantara la cabeza.
Pero hoy no vamos a hablar de ellas, la quintaesencia de los realities, la mayor sofisticación de los sentimientos de vergüenza ajena que pueda sentir un espectador. Analizaremos 'Casados a ciegas' un programa que también está echando en España la impagable cadena Ten y que transmite a la perfección todo lo que buscamos en un buen reality: tristeza, dentera e indignación. Se trata del original de 'Casados a primera vista' de Antena 3 y que, a diferencia del americano, no consigue que se case nadie.
'Casados a ciegas' plantea las relaciones de pareja en plan Memento, la película. Es decir, de atrás a delante. Primero te casas y luego conoces a tu pareja. Los novios se ven por primer vez en el altar. ¿Es esto una locura? Pues con lo habituales que son las gentes que se emparejan para simular que su vida va bien a los ojos de la sociedad, los que no se separan por el mismo motivo o los que se separan e inmediatamente se emparejan con alguien a quien no conocen de nada porque han visto de cerca el abismo, la realidad es que el programa no hace más que plantear la vida misma solo que de forma juguetona.