El utilitarismo y pragmatismo de las presencias. Sabido es que si estamos hablando de política, enseguida se nos viene a la cabeza la rentabilidad del momento. Nuestro país está metido, parece, en un nuevo déjà vu electoral si no lo remedia el santo advenimiento como poco. A saber, Pedro Sánchez con una hiperactividad casi indisimulada recorriendo el mapa patrio y recibiendo a tirios y troyanos,-no a todos porque algunos no se dejan-, está utilizando este supuesto impasse veraniego para organizar su relato, que dicen los modernos, y preparar la nueva contienda electoral. O sea está de campaña pura y dura. Insiste Sánchez en que no tira la toalla y que va a intentar repetir su investidura. O desconocemos, seguramente sí, las claves que maneja, pero tiene pinta que nadie nos quita unos nuevos comicios. Hemos criticado al Presidente porque habla fuera de España, porque apenas comparece ante los medios en nuestro país y hete aquí que llevamos quince días de febril actividad. Esta sensación de que hace, o parece que hace, para llegar al mismo sitio, ese 10 de noviembre. Esa practicidad de la presencia que por abrumadora diera la sensación de que los demás no están ni se les espera. La pregunta es ¿Simulación o verdaderamente nos tenemos que creer que lo está intentando? ¿Por qué tanta insistencia y rechazo contra Pablo Iglesias? ¿Existe algo más que desconocemos todos para explicar ese rechazo o es puro marketing para aniquilar al contrario? La pregunta no es baladí. A pesar de la puesta en escena de Sánchez muy dura con Podemos y su líder, los equipos se estarían intercambiado papeles, o sea negociando. Entonces ¿qué está pasando que no vemos?
¿Y los ausentes? No estar a veces también es una forma de hacer política. Sin embargo los gurús siempre dicen que una presencia bien utilizada ayuda y mucho. Otros aseguran que si no hablas no te equivocas y eso hasta puede ser rentable. En estos últimos días en apariencia apenas sabemos nada de Pablo Iglesias, muy mentado por Sánchez, tampoco de Albert Rivera que a lo mejor rumia alguna nueva ocurrencia. Algo más hemos sabido del líder popular Pablo Casado revivido tras la fallida investidura y el golpe de timón en su partido. Casado quizás se siente cómodo en esta situación de indefinición porque sus contrarios, sobre todo en su parcela (Ciudadanos y Vox) le dan un nuevo espacio. Y ni que decir tiene lo que ocurre en la izquierda que le beneficia. Y además tiene que rentabilizar su posición institucional ha conseguido recuperar Madrid (ayuntamiento y comunidad). En el caso de Iglesias parece que se masca una nueva decepción. Le aprietan desde dentro para que se entienda con Sánchez, pero es muy difícil no el acuerdo, sino incluso el acercamiento. Está muy resentido y es consciente del error cometido al no aceptar la entrada en el gobierno. Ya no le pasa ni una a Sánchez, pero es que el presidente tampoco, es recíproco. La relación está rota, salvo que haya algún movimiento oculto en la trastienda que revele lo contrario. Porque en política es sabido que todo puede ser posible. O sea que estas ausencias de unos y de otros pueden tener mensaje. Alguno dirá, es que están de vacaciones, descansando de tanta exposición mediática y trabajo parlamentario. Como principio general no nos creamos nada de lo que vemos en apariencia.
Qué fácil es utilizar al Rey como sparring o pin pan pun propiciatorio cuando no se resuelven las cosas y no se consigue formar gobierno. El rey Felipe VI lleva cinco años en la Jefatura del Estado y ha tenido que convocar seis rondas de consultas para elegir presidente del gobierno. Su padre, Juan Carlos en casi cuarenta años al frente del país tan solo realizó diez. Eran los añorados tiempos del bipartidismo, que muchos ahora echan de menos. Cada vez que surgen dificultades para la conformación de gobierno se escrutan los gestos y las palabras de monarca. Se asegura que lo que dice, lo dice con fundamento. O sea puesta en marcha de la Constitución, aquello de favorecer el entendimiento siempre dentro de la Carta Magna. Sin embargo todos, y digo todos, enseguida queremos ver más allá de lo expresado por el rey. Y claro se cae en la tentación de reinterpretar lo asegurado por Felipe VI. Que si presiona a Sánchez, o a Rivera, que ya lo hizo con Rajoy y al final se repitieron las elecciones, que si debe hacer algo más que recibirlos, que puede proponer a otro candidato con mayor consenso, que si,…a alguien se le olvida que tiene un papel escrupuloso. Cumple con pulcritud con la Constitución y no se inmiscuye, aunque algunos sí lo piensen. Es muy fácil utilizar sus palabras, incluso sus silencios porque otros no hacen su trabajo como les han ordenado los ciudadanos tras las últimas elecciones. Mientras la gestión gubernamental está paralizada, no hay actividad parlamentaria, mucho menos control al gobierno y tampoco se legisla. Todo un poema si pensamos lo que tenemos por delante. El 31 de octubre el brexit se hará efectivo, también conoceremos la sentencia del procés, que se presume contundente y la economía que ya empieza a reflejar cierta desaceleración.