VALÈNCIA. En 1983, el grupo granadino TNT publicaba Manifiesto Guernika, disco seminal de punk en el que Jesús Arias volcaba denuncia social y comentario político-histórico sobre el horror de las guerras y el odio que las cobija. Esta obsesión persiguió al periodista, poeta y compositor hasta que la muerte le alcanzó prematura e inesperadamente en 2015. El hermano mayor del fundador de Lagartija Nick, Antonio Arias, falleció a los 52 años dejando un ingente legado de notas, partituras y canciones sin terminar. Parte de este material fue recuperado en el LP Crimen, sabotaje y creación, publicado por Lagartija Nick en 2017. Pero ha sido en Los cielos cabizbajos (2019), donde la banda ha conseguido aproximarse más al concepto épico y sobrecogedor que Jesús Arias tenía en mente cuando escribía versos sobre el amor bajo las bombas de Sarajevo o el hongo destructivo de las bombas de Hiroshima.
El décimocuarto álbum de Lagartija Nick es denso, trágico y más abierto musicalmente, puesto que aquí empastan por primera vez el sonido terrenal de los instrumentos eléctricos con el candor espiritual del coro y la formación sinfónica. Se suma además la aportación del pianista especializado en música electroacústica David Montañés (Almería, 1983).
Varios meses después del inicio de esta gira, Lagartija Nick llega por fin a València. Actuarán el próximo viernes en la sala La Mutant, donde contarán con la colaboración del Coro de la Agrupación Musical Santa Cecilia del Grau de València y la disponibilidad de una caja escénica idónea para poner en escena esta “locura vibrante”, que mezcla de forma insólita poesía y crónica periodística. La banda granadina, la misma que rompió prejuicios propios y ajenos cuando se arrimó a Enrique Morente, no teme pisar caminos inexplorados. “Todas las conquistas sublimes son premios a la osadía”, decía Victor Hugo.
- Dice la nota promocional de Los Cielos Cabizbajos que este es vuestro “trabajo más ambicioso”. Una frase difícil de utilizar en el caso de Lagartija Nick, porque siempre habéis sido un grupo con ambición artística y con tendencia a publicar discos que huyen de la norma. Dicho esto, ¿es este, de verdad, vuestro trabajo más ambicioso?
- Creo que sí, porque, voluntariamente o no, nos hemos adentrado en sonoridades y composiciones que nos obligaban sutilmente a cambiar nuestro propio registro. Por ejemplo, el tipo de material que manejábamos nos ha llevado a asumir retos como el de acercarnos a las músicas mundo; a la música africana, asiática o europea. Incorporar a compositores clásicos como Chaikovski nos ha obligado a trabajar de una forma distinta. Es evidente que es un disco ambicioso por la cantidad de instrumentos e ideas que contiene, pero también por el diálogo que abre de compromiso y superación.