VALÈNCIA. La ventana del Word cubre una foto de Alberto Feijóo. El recuadro del programa se sobrepone a un bodegón. Mientras se escribe el artículo, el previsualizador de imágenes muestra un rectángulo de mortadela. El ratón busca la flecha para pasar a la siguiente foto. La acción trae al frente la imagen y el artículo se queda en segundo plano. En pantalla: FEIJOO_3.jpg, una toma de la exposición Display Me en la que se ve una obra de Alberto Feijóo.
Se acaba la lista de Spotify, Alt Tabulador, el reproductor copa toda la pantalla, play en xXXi_wuv_nvrstøp_ÜXXx (Remix) [feat. Tommy Cash & Hannah Diammond] de 100 gecs. Alt Tabulador, vuelve la foto de la exposición, el Word y suena la voz de Hanna Diammond. Como procastino demasiado vuelvo a saltar de una ventana a otra. Se abre Chrome: www.instagram.com, chequeo mensajes, vuelvo al artículo y a la foto. Paso de imagen: FEIJOO_5.jpg, Alberto Feijóo en el suelo habla con la modelo a la que fotografiaría momentos después.
- La última foto que he hecho es un yunque del herrero al que voy a soldar las piezas. Ese yunque para mí es un objeto de culto. Un objeto muy atractivo que he fotografiado tras semanas de ir, verlo y pensar cómo retratarlo - comenta Alberto desde Skype-. Con los y las modelos hago lo mismo, los busco antes, selecciono, intento conocerlos y generar una relación. No me gusta la fotografía paracaídas. Intento establecer una relación y a partir de los lazos de unión y puntos en común encontrar la foto. Pero al final lo que sale es pura superficie, que es, lo que es la fotografía.
La fotografía vive en la presión de ser documento de aquello fotografiado. Una tensión que puede acabar escondiendo la experiencia de quien toma la foto. Como en trabajos de Wolfgang Tillmans en los que en las imágenes se hace muy patente la relación que el fotógrafo entabla con lo retratado, el yunque del que hablaba Alberto Feijóo tiene esta potencia. Un yunque random para el espectador, que genera una ambigüedad que le da la vuelta al calcetín. Al final, la imagen desde la potencialidad de lo aleatorio produce una escena que se vuelve cercana, que tiene algo del azar espontáneo de los gestos cotidianos.
- Tengo una relación íntima con lo que fotografío. En mi primer proyecto que trataba sobre la juventud, sus objetos, estados y sensaciones, lo que fotografiaba eran paisajes de alrededor de mi casa- dice Alberto-. En mis trabajos intento ligar, o hacer paralelismos entre una historia que está documentada, que está institucionalizada, y mi propia historia y mis vivencias. Eso es algo que también hago como recolector. A parte de la fotografía también colecciono objetos, imágenes, historias. Coleccionar es algo muy visceral, que pones en práctica todos los días y que configura el espacio que te rodea.