El miedo se ha instalado en el Palau de la Generalitat. El resultado de Andalucía ha hecho añicos toda las previsiones. Ximo Puig no pasará a la historia, como quería, por ser el presidente que anticipa, por primera vez, las elecciones. La reedición del Botànic, si la hay, tendrá que esperar. Si no ocurre nada extraño, se impondrán los criterios de Compromís, de que son preferibles unas elecciones en mayo, cuando toca: no hay inventarse una razón para la ruptura, pese a que pueda haberla, y quebrar un posible entendimiento posterior, aunque el resultado depare sorpresas.
Pero vayamos por partes. ¿Por qué mejor unas elecciones cuando toca? En primer lugar, para alejar a la Comunitat Valenciana de cualquier tensión de la política nacional. Todos coinciden en que la cuestión catalana ha rebajado su clímax y ha devuelto, como he repetido en muchas ocasiones, la política al eje la derecha-izquierda, aunque con las consecuencias de procés.
De ahí que los socios de Ximo Puig quieran un campaña a la valenciana, en la misma fecha que el resto, pero con escasa presencia de líderes nacionales. Ese quizás ha sido el error de Susana Díaz: quiso darle acento andaluz, y los contrarios le dieron por todos los lados con la cuestión catalana.
¿Qué lecciones debe aprender la izquierda de la Comunitat Valenciana? Sobre todo, movilizar a su electorado. Esa fue una de las claves del pasado domingo: parte de su electorado, por las razones que fuera, se quedó en casa. Ni siquiera Podemos se aprovechó de la debacle de Susana Díaz.
Podríamos decir que en Andalucía ha pasado lo inverso que lo sucedió en la Comunitat (y en el resto de España) en 2015: la izquierda consiguió sumar por el derrumbe del electorado del PP. Y el PSPV, con sus peores resultados, tiene más poder institucional que nunca. Pues ahora podría pasar eso, pero al revés. El PP podría recuperar poder, pese a perder apoyo electoral. Podría ser un 2015, pero en 2018. Pero cada elección es una historia.
En su conjunto se da por hecho que el centro derecha (y la extrema) recuperará electorado. Ahora bien, en todo caso, se puede dar un sorpasso: que Ciudadanos adelante al PP (ojo, y que gobiernen), y que difícilmente Vox entre en las Cortes Valencianas por el listón electoral de 5% -que se debe conseguir en las tres provincias- que hasta hace poco casi toda la izquierda pedía por aclamación. Pero Andalucía ha demostrado que todo es posible y que los sondeos no tienen más vigencia que unos días. Todo es muy volátil.