DEL DERECHO Y DEL REVÉS / OPINIÓN

Alicante: sin orden ni concierto

24/10/2021 - 

Alicante lleva desde el año 1987 con el mismo Plan General de Ordenación Urbana, anquilosada desde el punto de vista de su planeamiento. Son treinta y cuatro años nada menos los que han pasado desde que se aprobara el PGOU, un período de tiempo larguísimo, en el que dicho Plan debería haber sido actualizado para adaptarse a los nuevos tiempos. Los sucesivos gobiernos municipales han dado la callada por respuesta en este sentido, gobiernos todos ellos, por cierto, del PP -sin contar el breve plazo que el PSOE tomó la alcaldía, con Echávarri al frente, del que no quiero ni acordarme-, que bien podrían haber hecho el trabajo necesario para dotar a esta ciudad, la undécima de España por su población, de un plan más moderno. Los 329.988 habitantes de la ciudad de Alicante, que ha experimentado un crecimiento poblacional espectacular, que roza el 20 por cierto desde 2020, deben ser un motivo de reflexión. Podemos afirmar que otras poblaciones del entorno están siendo así mismo receptoras de nuevos vecinos, nómadas digitales, jubilados o simplemente personas que quieren disfrutar de este entorno y clima absolutamente privilegiados. Alicante es la quinta provincia más poblada de España, y creo que la cosa va en aumento.

Me escribo en estos días con una compañera de la carrera, Marisa, una de estas nuevas adquisiciones para nuestra provincia, que se vino de Madrid aprovechando la etapa del confinamiento por la pandemia a su casa de Altea, y que afirma con rotundidad que ya no la sacan de aquí ni a rastras.

Volviendo al tema, en los últimos años la zona de la Albufereta, Miriam Blasco o Cabo de las Huertas, que cada uno la llama como le parece oportuno, ha crecido de tal manera que se ha convertido en lo más in de la ciudad, el sitio de moda al que la gente se quiere ir a vivir. En los últimos veinte años esta zona ha multiplicado por cinco su población y también sus edificaciones, en las que conviven algunas muy modernas con otras en franca decadencia ochentera, e incluso sesentera, como la ya difunta casa de la Isleta, refugio de gente de mal vivir y del hampa, pero que tenía su gracia de puro hortera, y que hasta se echa de menos. Lo cierto es que los servicios públicos que hay en la Albufereta no se corresponden con el porcentaje poblacional que representa en la ciudad, puesto que más de cincuenta mil personas viven ya en este entorno. Vean ustedes los atascos mañaneros, que, si hubiera más frecuencia de tranvías, se podrían evitar fácilmente. Lo de tener un autobús o un TRAM cada media hora resulta claramente insuficiente en estos momentos, o el poder tener una conexión directa con la zona del Hospital General es algo absolutamente imprescindible, por poner algunos ejemplos, pero esta zona está desatendida y dejada de la mano de dios.

Es fundamental que el consistorio aborde de manera eficaz y comprometida el nuevo planeamiento urbanístico. Tal vez preocupado por cómo acabó judicializado el anterior proyecto de plan, capitaneado por Castedo, al parecer van a ser los técnicos municipales quienes aborden la redacción del borrador del nuevo plan, pero me pregunto, ¿no sería necesario y conveniente un concurso de ideas, para ver si algún técnico externo ofrece un proyecto atractivo, aunque sea únicamente para algunas zonas de la ciudad? Por otra parte, si los propios funcionarios realmente están capacitados para elaborar la propuesta, sin suponer un coste adicional -normalmente astronómico, además, para el ayuntamiento-, ¿por qué no se ha tomado antes esta iniciativa? ¿Es aprovechable el trabajo que ya se hiciera en su momento con el borrador de 2015? Me temo lo peor, puesto que la nueva directora de la oficina del PGOU, Leticia Martín, reconoce ya, nada más tomar posesión, que no estará listo el borrador para su presentación ante la Generalitat antes de finales de 2023. Esto significa que para entonces ya habrá entrado otro equipo de gobierno que, como no sea del mismo signo y hasta me atrevería a decir el mismo, me juego algo a que seguro querrá hacer sus propias modificaciones antes de darle curso. Total, lo de siempre: parece que vamos a seguir atascados, por los siglos de los siglos, en una especie de día de la marmota urbanístico en Alicante, esta bendita ciudad que, mientras los políticos se pierden en la parálisis por el análisis, sigue creciendo sin orden ni concierto.

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