DE LA VÍA PA ARRIBA / OPINIÓN

Algún día (el hotel de Arenales del Sol)

6/02/2020 - 

El esqueleto decrépito del antiguo hotel de Arenales del Sol de Elche sigue dando dolores de cabeza a cada responsable político que se ha sentado en el despacho de alcaldía de la Plaza de Baix, desde que el hotel cerrara sus puertas en 1979.  

Se inauguró en la década de los 60 y durante unos 15 años dio esplendor y representó la apertura y modernidad de una etapa de la historia de España que tenía ansia viva de llenar de ocio y turistas un país necesitado de ingresos económicos y alicientes que impulsaran un desarrollo que venía con mucho retraso respecto a Europa. Los turistas llegaron y también los locales acudían a las fiestas y al restaurante que tenía muy buena fama en los alrededores. 

La implantación del hotel en la playa ilicitana fue un revulsivo, pero la familia propietaria no pudo seguir adelante con la apuesta y el hotel, a la muerte del propietario, acabó cerrado y posteriormente vendido a una empresa.  

Arenales del Sol, esperando la apertura, siguió creciendo y en poco tiempo se multiplicó por diez el número de personas que cada verano acudían a disfrutar de la playa.  La ley de costas de 1988 firmó la definitiva defunción de la instalación. El hotel y todos los edificios de primera línea quedaron fuera de ordenación. 

La construcción estaba basada en una concesión administrativa que ahora sí, ya tenía fecha de caducidad, independientemente de que alguien se atreviera a intentar abrirlo. Se inició entonces un complejísimo camino administrativo primero y luego judicial, que nos ha llevado al esperpento de hoy.  

La imagen definitiva la terminó de destapar el temporal de hace unas semanas. La estructura decrépita tipo Mad Max del antiguo hotel se revela al paseante pegada a otra construcción nueva que la empresa intentó “camuflar” como rehabilitación cuando allí no había un herido, sino un muerto. Las obras han sido declaradas judicialmente ilegales y con un simple vistazo y sentido común, cualquier persona que pase por allí antes de que vuelvan a tapar con lonas y vallas el asunto puede entender que vayamos ya de funeral. 

Pero ¡ay!, en ocasiones el sentido común no sirve y me da la impresión de que el actual inquilino del despacho consistorial tampoco verá el fin del problema. El alcalde Carlos González ha solicitado una reunión con la Dirección General de Costas, quien tiene las competencias en el suelo sobre el que se levanta la estructura, y van a diseñar “una estrategia jurídica para forzar la demolición”.  

Siéntense que va para largo. No es porque no quieran darse prisa, es que ya sabíamos que no era fácil. A quien se le olvida que la cuestión tiene su miga es a los políticos en campaña. A todos. A los que querían re abrirlo y a los que querían demolerlo. 

Lo que está claro es que la empresa propietaria del edificio no tiene ningún interés en soltar el bocado. Seguro que tienen muy claro que allí ya poco van a poder construir o reconstruir, pero es suyo hasta que acabe la concesión en unos 25 años y las empresas, no lo olviden, se dedican a ganar dinero. 

Princesol está ofertando la estructura por ahí a ver si a alguien le interesa para lo que sea. Y la administración mientras a lo suyo, cumpliendo pasos, sin prisas y agotando plazos no sea que se vaya a cometer prevaricación. Cogiéndose la con papel de fumar a estas alturas.  

A la única administración que le urge dar una solución es al ayuntamiento de Elche. Costas tiene tantos “hoteles en ruinas” por ahí que este es seguramente el menor de sus problemas. 

Así que ahí tenemos al alcalde Carlos González lanzando ese mensaje de que ha emplazado a la empresa propietaria a que “tome decisiones consecuentes con la situación jurídica que se ha producido”. ¿Mande? No se lo cree ni él, por supuesto, pero es su carácter. Menos mal que ya le conocemos y sabemos que de tonto no tiene un pelo y estará trabajando por otro lado para intentar que en el ministerio del ramo, el hotel de Arenales del Sol entre en agenda, algún día. 

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