VALÈNCIA. "Jamás pedí que se contratara a nadie en Imelsa. Yo sólo ordenaba los que estaban a mi cargo, que era en la Diputación y en el Ayuntamiento de Xàtiva. Únicamente respondo por esa gente. Aunque me he tenido que salir de la política por esto". Así se ha pronunciado Alfonso Rus durante el juicio de la pieza de los zombis de Imelsa y Ciegsa, dentro de la macrocausa de Taula y centrada en empleados de estas empresas públicas que cobraban pero no acudían a su lugar de trabajo o que realizaban labores que no correspondían a su puesto.
El expresidente de la Diputación de Valencia, que sólo ha respondido a preguntas de su abogado, ha explicado que entre 2007 y 2015 se encontraba al frente de la corporación provincial y del Ayuntamiento de Xàtiva, era diputado autonómico, presidente del Olímpic de Xàtiva "sin ánimo de lucro", presidente del PP en la provincia de Valencia, propietario de sus empresas y consejero del Puerto.
Al ser presidente de la Diputación, ostentaba el máximo cargo en el Consejo de Administración de todas las empresas públicas dependientes de la corporación. Al que fuera gerente de Imelsa, Marcos Benavent, ha indicado que lo nombró el Consejo de Administración a propuesta del PP. "No fue una decisión unilateral mía, el Ministerio Fiscal que diga lo que quiera", ha comentado.
"Yo entendía que era una persona apta y en esos años no hubo ni un conflicto a nivel sindical. En los Consejos de Administración la oposición le hacía la ola", ha señalado sobre Benavent.
Sobre cómo finalizó la relación entre ambos, ha relatado que el 22 de diciembre del 2014 tenían una comida de grupo a la que acudieron todos los gerentes de las empresas, los diputados, etc. "Cuando llegué, me abordó Benavent y me dijo que estaba mal, que se encontraba desbordado y que quería dejarse la gerencia de Imelsa. Le pregunte por qué y me dijo que porque estaba cansado y mal. Me pidió que lo despidiera para así cobrar los ocho años porque era personal de confianza y si salía en mayo –cuando se celebraban las elecciones– tenía que hacerlo sin nada. Como el dinero no era mío, le dije que no lo aceptaba. Luego me propuso que, aunque no le pagara la indemnización, al menos tuviera dos años de paro. Le dije que no porque me tenía que explicar el porqué. A partir de ahí, le dije que el día 30 de diciembre quería su baja en mi despacho. El 26 creo que se fue a Ecuador y entonces tuve que nombrar a nuevo cargo de gerente de Imelsa", ha detallado.
Rus ha remarcado que todo lo que él ha contratado ha sido en su Gabinete de la Diputación. "Y ahí todos venían a trabajar todos los días, porque yo estaba de 9 a 21 horas en mi despacho", ha dicho. "No he ido nunca a la sede de Imelsa. Para controlar las asistencias estaba el consejero delegado y él me decía que todo iba bien", ha añadido.
El expresidente de la Diputación de Valencia ha repetido que sus atribuciones en Imelsa estaban cedidas a un diputado, el de Empresas, y ha apuntado que cuando él llegó retiró a todos las tarjetas VISA y bajó la potestad de contratación sin concurso hasta los 50.000 euros –eran 200.000 euros–. "Esto había que hacerlo como se tenía que hacer", ha comentado.
Preguntado por uno de los considerados zombis –un jugador del Olímpic que ayer declaró que cobraba de Imelsa mientras jugaba en el club–, ha apuntado que no hubo ningún trato de favor con él y que no lo fichó: "Eso lo tendrán que demostrar", ha respondido. También ha señalado que si hubiera sido una práctica habitual que jugadores del Olímpic cobraran de la empresa pública, "habría habido más jugadores".
Rus ha remarcado que tampoco tuvo "ningún tipo de capacidad" en la empresa pública Ciegsa, dependiente de la Generalitat. "No sé por qué se habla de eso en mi nombre. Nadie ha dicho que yo tenga algo que ver ahí. Pero bueno, se han empeñado en que sí", ha destacado.
La Audiencia Provincial expone las trampas del partido para financiar las campañas de 2007 y 2011. En esta última no se ha podido demostrar el origen de los fondos
Los magistrados ven acreditada la "mecánica fraudulenta" para la financiación de la campaña: de un lado, el desvío de fondos de la Fundación Turismo Valencia y del Centro de Estrategias y Desarrollo; de otro, un total de 1,6 millones de aportaciones "clandestinas" de empresas, algunas de ellas contratistas del Ayuntamiento