MURCIA. Con motivo del estreno el próximo viernes, 25 de marzo, de Cámera Café, la película, donde Álex O'Dogherty se vuelve a meter en la piel de Arturo Cañas, este diario comparte una charla muy cercana y sincera con él. Conozcamos la parte más personal de este actor, director, presentador y compositor gaditano. Como lo oyen, gaditano, porque su acento andaluz es inconfundible, a pesar de su origen irlandés. Y, ahora que no oye, una confesión: había momentos de la entrevista en que no se sabía si era Álex o Arturo. Juzguen ustedes mismos.
-Álex, ¿le sigues teniendo un poquito de cariño a tu personaje de Cámara Café después de tantos años o te llegó a resultar cansino?
-Pero hombre, ¡por supuesto! Un poquito de cariño no, muchísimo. Gracias a este personaje me cambió la vida. Si no hubiera sido por él...
-Seguimos hablando de Arturo Cañas: por un lado era el típico tocanarices de la oficina, pero, por otro, trasladaba paternalismo porque decía las cosas claras y daba consejos sin tapujos, mostrando la cruda realidad a sus compañeros de oficina. ¿Te llegaron a 'odiar' por la calle?
-Por un lado, lo disfruté mucho porque son personajes gustosos de hacer. Todos los guiones de Cámara Café estaban tan bien escritos que daban mucho gusto interpretarlos, decirlos. Con el tiempo se fue mejorando el personaje. Yo pensaba que sí, que me iban a odiar, pero fue al revés; luego me di cuenta que lo adoraban. A los niños también le gustaba este personaje, era como su héroe, no sé, una cosa muy rara.
-Cámara Café, la película: desgránanos algo de lo que vamos a ver en el cine
-En la película ya no transcurre todo en el pasillo de la máquina de café, sino que salimos fuera. No es sólo hora y media de pasillo. Se rompe esa pared, se abre un mundo nuevo que han creado Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla, que lo han hecho muy bien, la verdad. Para mí, Ernesto como director ha sido una sorpresa muy grata y muy agradable. No he visto nada del resultado final del rodaje. Arturo Valls nos escribía por el grupo de whatsapp de la peli; existe, para el que no lo sepa. Existe ahora, porque en la época de Cámara Café no había whatsapp.
-Álex, acércanos a tu espectáculo: ¿Le queda aún recorrido a este Imbécil?
-Llevamos dos años, justo los cumplimos el pasado 2 de octubre, y más de 120 funciones realizadas. La verdad es que no me planteé una fecha de caducidad con este espectáculo, pero te digo que, mínimo, me gustaría estar dos años más. Eso serían cuatro años a pleno rendimiento. Mi primer espectáculo duró 10 años. Lo hacía cuando podía, llegando a realizar 400 funciones.
-¿Qué sensaciones tienes con el público durante esa hora y media de espectáculo?
-¿Sabes que pasa? La risa siempre es un bálsamo para quien la provoca y para quien sonríe. En este caso solo hay una persona que soy yo y el resto que se ríe. Los cómicos estamos tan acostumbrados a la risa que en realidad nos choca cuando no pasa; y tenemos que valorar más cuando algo funciona y tú sabes que tenían que reír en ese momento. Hay veces que se ríen un momento donde no estabas acostumbrado y eso te despierta. Cada risa, además, es diferente; a lo mejor hoy se han reído más en una cosa que el otro día. Lo bonito de este espectáculo es que no me aburro.
-¿Haces dos funciones por día?
-Pues en Murcia es donde he representado por primera vez dos funciones seguidas y ha sido en la Biblioteca Regional de esta ciudad. No lo había hecho nunca porque nunca se me había planteado la posibilidad y porque yo no estaba muy seguro de que pudiera hacerlo, la verdad. Ahora mismo estoy más preparado si me piden para hacer dos funciones en el mismo día que si me hubiera pillado al principio de este Imbécil porque yo recuerdo que este espectáculo me ha dejado exhausto haciendo sólo una función.
-¿Por qué nos afectan tanto las palabras o ciertas palabras?
-No sé si estoy preparado para contestarte a esta pregunta. Sé que nos afectan a muchas personas. Yo particularmente el primero. Por eso escribí este espectáculo. A lo mejor es vanidad, ¿sabes? Somos sensibles. En el caso de los artistas no nos conformamos con mil críticas buenas, queremos que sean todas buenas. El 99% no nos parece bien. Queremos el 100%. Si hay un 1% de críticas malas, nos quedamos con ese 1% y no con el 99%
-¿Hasta ese punto te altera una crítica?
-Yo hablo en particular de mi caso. He sido siempre muy sensible a los comentarios de la gente. No sé si tiene que ver el hecho de sufrir bullying de pequeño. A mí me pegaron y me insultaron mucho a esa edad. Mira, no sé porqué te voy a contar esto (Alex hace un silencio confidente). Es cierto: sufrí mucho bullying de pequeño y yo creía haber superar todo eso y vivía de puta madre, hasta un día que ocurrió algo en twitter que me empezaron a insultar fuertemente.
-¿Cómo te afectó este hecho?
-Pues ahí se me rompió un muro que yo tenía en mi vida y me destrozó. Fue a raíz de una actuación en los Goya, no tengo nada que ocultar; hice tres actuaciones en tres años consecutivos en la Gala de los Goya. Los dos primeros era como todo maravilloso y el último año decidieron que yo fuese el punching ball y... da igual, da igual (Alex repite la expresión con tono dolido y a la vez de perdón) El caso que ese día me dí cuenta que en realidad llevaba muy mal el bullying. Lo llevé mal de pequeño, lo superé en la adolescencia y volví a caer un día como ese. Sin saberlo, fui muy imbécil por dejar que me afectasen esas palabras y sin darme cuenta ese día se empezó a gestar este espectáculo. De eso hace seis años. Hace dos que empecé a escribirlo, pues cuatro años que estuvo mi cabeza ahí, tratando de gestionar todo lo que pasó.
-¿Tuvo apoyo psicológico?
-No fui a terapia. Fuí un poco. Pedí un coach, tuve dos o tres sesiones, pero en realidad mi terapia fue el escenario. Al día siguiente ya estaba subido en él. Me subía a veces con miedo, pensando que alguien fuera a insultarme otra vez. Llegué a abrir las aplicaciones de las redes sociales con miedo, leyendo entre líneas o en diagonal, para que no...¿Sabes? Joder y yo necesitaba escribir este espectáculo para decirme a mí mismo que era imbécil, que tengo una vida maravillosa, muuucha gente que me sigue, que me quiere y me admira y que tampoco podemos ser tan vanidosos de pretender el 100% porque, ya lo decía creo que Woody Allen, la mejor manera de fracasar es intentar gustarle a todo el mundo; y la verdad que no podemos aspirar a eso. En realidad es muy sencillo: si a alguien no le gusta lo que hago, al fin y al cabo son las formas lo que importa. Todos podemos ser capaces de aceptar una crítica si está hecha desde el respeto. Si no, es cuando nos desarman. Y ya te digo que no hablo en plural. Habrá gente que se la pele, gente que es capaz de aguantar todas esas cosas, de leer comentarios negativos y se va a su casa. A mí me pueden dejar sin dormir.
-¿Como le trasladarías tu experiencia a los padres? ¿Hay alguna forma de ayudar en el ámbito escolar?
-El bullying es una cosa terrorífica por el efecto que produce en el niño que está siendo insultado y vejado. Date cuenta que es algo natural en el ser humano. Esos niños que humillan a otros niños nadie les ha dicho que sean así. Les sale de forma natural. Posiblemente han vivido en casa situaciones de ese tipo. No soy psicólogo para hablar de ello con los padres. Curiosamente, mi primer monólogo lo escribí sobre la maldad humana. En realidad, lo que venía a decir es eso: que somos malos por naturaleza. Los niños, de entrada, les ves unos comportamientos que los padres pueden decir: “tío, eso no se lo he enseñado yo”. Los padres sí tienen que ser capaces de corregir eso. Si no lo hacen, normal que tengamos pequeños dictadores diseminados por las escuelas, que se ceben con los más débiles que por lo general son los más sensibles, los más brillantes, que no pueden dejar de destacar.Es un tema muy grave. ¿Qué podemos hacer nosotros?. No tengo ni puta idea. Pero desde luego si a mí me llamaran para hablar de esto un día en un colegio, lo haría.
-Tu padre te animó a estudiar interpretación, ¿no suele ser al revés?
-Es cierto, ocurrió todo lo contrario de lo que suele ocurrir. Mi padre fue el que, cuando me vio agobiado y sin saber qué hacer a los 19 años, me dijo: “¿Tú no querías estudiar Arte Dramático? Pues venga, vamos a buscarlo”. Y él mismo me llevó en su coche desde Cádiz hasta Sevilla. Soy un afortunado y lo he sido toda la vida de tener los padres que he tenido. Y ya está. El éxito de mi carrera, siempre, primero, se lo agradezco a ellos. No solo por dejarme ser, sino por animarme a ser y enseñarme valores y enseñarme a que si quiero algo lo tengo que trabajar. Y tener como ejemplo su educación, su respeto. Vivo permanentemente para honrarles y para que ellos se sientan orgullosos de mí. Tener unos padres como los que he tenido es una bendición y es una suerte en definitiva. Por eso trato de estar a la altura.
-Has interpretado más de 100 personajes. ¿Sueñas con interpretar alguno en concreto?
-(Alex asiente modestamente como sorprendido al escuchar 100) ¿Ah sí? No tiene cara ni nombre el personaje que yo anhelo, que tampoco lo anhelo mucho, pero sí me gustaría. La parte negativa de ser una persona polifacética en mi caso, igual me equivoco, ha sido que dejen de tomarme en serio para determinadas cosas. El hecho de haberme desenvuelto bien en el mundo de los monólogos, del humor, presentaciones de eventos, ha hecho que dejaran de llamarme para papeles dramáticos, que he hecho muchos en el pasado. Ya lo he demostrado, pero que ahora mismo no han vuelto.
-Una pista para ese productor, ese director para que cuente contigo para ese tipo de personaje
-¿Te refieres a si me gustaría que me dieran ese tipo de papel? Yo ya lo he demostrado. He hecho de maltratador, de yonqui, de policía... Las cosas aquí son distintas, por ejemplo, a Estados Unidos, donde es normal cantar, bailar, hacer dramas, hacer comedia. Pero ese formato aquí cuesta entenderlo o yo no he sido capaz de transmitirlo. No es ninguna queja. Ahora mismo estoy en un punto en el que me lo estoy haciendo todo yo, me lo escribo todo yo. De hecho estoy escribiendo una serie que si sale pues... Me siento en el principio de estar tomando realmente las riendas de mi vida y de mi carrera.
-¿Puedes adelantarnos algo sobre esa serie que estás escribiendo?
-(Alex sonríe) Es una serie muy loca, muy loca. Lo “canto” bien porque pasa en mi barrio, pero sí. Es comedia también. Desde luego no voy a escribir ahora un drama para demostrar a la gente que tengo que hacerlo. Si me lo quieren dar algún día, me lo darán y lo haré. ¿Sabes que pasa?, que estoy tan feliz haciendo mis cosas, haciendo mi espectáculo, preparando un documental sobre la historia de mi familia, quiero viajar... Es que me la pela todo. Lo mismo me llaman para hacer una serie e igual hasta me jode.
-Interpretaste en 2005 a Lope Balboa en la película Alatriste, basada en la novela de nuestro consagrado escritor Arturo Pérez-Reverte. ¿Qué te une a Murcia?
-Aparte de simpatía y de cariño... Para veranear me tira mucho mi tierra, Cádiz, aunque siempre que puedo vengo. Tengo muchos grandes amigos murcianos como Carlos Santos, que además somos vecinos, amigos, hermanos. Daniel Albadalejo, compañero de reparto en Cámara Café e insigne murciano. Tengo muchos referentes murcianos y además es un sitio maravilloso donde se come y se vive muy bien, la verdad. Parecen tópicos lo que digo, pero es que es cierto.
-Has participado en series como Los hombres de Paco, Motivos personales, Hospital Central, Olmos y Robles -con la que conseguiste el premio Zapping a mejor actor-... pero, ¿seguimos reconociéndote por la calle como nuestro "querido" Arturo Cañas de Cámara Café o la cosa se va igualando?
-Cada uno con su movida (Alex sonríe). No sé lo que piensa cada uno. Hay gente que sólo me ha visto en Cámara Café, otros me han visto en más series. Mira, tenía un amigo que siempre se quejaba porque siempre lo reconocían por un mismo papel. ¡Pero bueno!, (Alex exclama como pidiendo gratitud por parte de ese amigo hacia el público)
-¿Qué te hace feliz?
-Me hace feliz hacer este espectáculo, Imbécil. Me hace feliz estar con mi mujer, con mi perra, con mi furgoneta e irnos por ahí. Yo podría dejarlo todo para irme a viajar y recorrer el mundo. De hecho no lo descarto. Estoy intentando inventarme un programa de televisión que me obligue a recorrer el mundo. Tengo muchas ideas (sonríe).