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EN LA FRONTERA / OPINIÓN

Al bulto, y al ladrillo

22/01/2023 - 

Pasa siempre cada vez que toca FITUR: euforia, tal vez desmedida, por las perspectivas turísticas de la Comunidad Valenciana, cosa de la que nos debiéramos alegrar todos puesto que eso se traduce en puestos de trabajo y en el incremento de la aportación del PIB del sector al conjunto regional; ahora representa el 16%. El turismo, la gran fábrica. Así lo reafirmó el presidente Ximo Puig en su paso por la feria. De 27 millones de visitantes vamos a pasar a 30. Bien. ¿Para qué? , me pregunto sin ánimo de ejercer de Pepito Grillo. O sí. No lo sé. Podemos hablar de la calidad del empleo que se genera. Pregunta harto incómoda para todos los partidos políticos. Pero sobre todo deberíamos preguntarnos la cantidad de suelo y de ladrillo que hay en ciernes en estos momentos en una nueva fiebre urbanizadora parecida a la de antes de la gran hecatombe de 2007.

Pongo unos ejemplos a vuela pluma. En Torrevieja (donde gobierna el PP, José Manuel Dolón) se están proyectando 2 rascacielos de más de 80 metros de altura, casi a pie de mar, junto al parque de Doña Sinforosa. Casi. Costas ya ha manifestado sus máximas reservas por la delimitación del dominio marítimo/terrestre. En San Miguel de Salinas (PSOE, Juan de Dios Fresneda), se ultima la parcelación de suelo para albergar rascacielos de siete alturas que albergarán 2.000 viviendas. Este verano visité Rojales para asistir en el Teatro Capitol (bonito) a una de las semifinales de El Cante de las Minas. Hacía tiempo, años, que no estaba en este epicentro ladrillero en el que se convertido la Vega Baja. No es lo mismo leerlo, o que te lo cuenten, a verlo. Una espantitud, incluidas las sucesivas ampliaciones de Gran Alacant, en Santa Pola. Benidorm, donde se proyecta un nuevo mega-plan parcial, es casi inocuo en comparación con el panorama del sur de la provincia. ¿Por qué? Porque hay un modelo; esencial. Hay una idea; la que gestó en los años sesenta Pedro Zaragoza Orts, ahora más en boga que nunca (incluidas su correspondencia con Joan Fuster). Crecimiento vertical con viarios espaciados: Mario Gaviria lo teorizó, y avaló, con suma precisión.

Donde no existe ni un mínimo de materia gris es en toda la serranía que discurre de El Campello a Dénia, a Gandía incluso, margen izquierda de la A-7: se han cargado casi todo lo que se ha puesto por delante. En Benissa (bajo el mando del popular Arturo Poquet) se baraja un polémico ressort de lujo a pie de las calas: para tirarte al mar desde tu balcón. Idílico. Balconing de luxe. El proyecto se zampa a todos los efectos una vía para senderistas y paseantes y me recuerda mucho al follón de la piscina de Pedro J. Ramírez (y Agatha Ruiz de la Nada, como la llama De Manuel) en Mallorca. De momento se han suspendido licencias en la zona.

 

Hace dos sábados, escribía en El Mundo Iñaki Ellakuría, nada sospechoso de talibán medioambientalista, sobre la “magnitud del destrozo y barbarie en general” que está generando “la especulación inmobiliaria y la corrupción en el paisaje español”, y aludía en concreto a la costa mediterránea como “brutalismo constructor”. Recurro a un periódico de la derecha y a un ilustre y agudo analista liberal. No recurro al presidente de Greenpeace. Tengo la percepción, sin ningún ánimo de aguar el festolín fituresco (con sobredosis de políticos y asesores comiendo y pernoctando de lujo, a la sopa boba) , de que falta una idea de fondo, de estrategias estructurales, expresión manida. Alguna hay: el PATIVEL, Plan de Acción Territorial de la Infraestructura Verde del Litoral Valenciano, una intervención legislativa/urbanística tumbada al menos en dos ocasiones por el TSJ y que hace año y medio obtuvo el visto bueno del Tribunal Supremo. Existe conciencia de que hay que poner freno a tanto neo-desarrollismo. La hay con el Botànic, la coalición gubernalmental de PSPV/PSOE/Compromís/Podemos. Se formuló también con el PP, cuando Esteban González Pons, que fue conseller de Territorio por muy poco tiempo, se estrenó con eso de que “quiero una Conunidad Valenciana roja por fuera y verde por dentro”. Las patronales de obra pública y de la construcción en general se llevaron las manos a la cabeza: lo verde les asustó; mucho, más si cabe viniendo del PP. Ahora ya no nos asustamos de casi nada.

CODA: Café intenso con el periodista ilicitano Sacramento Alvear. Me dice que una cosa es tener cosas y proyectos (La Merced/Clarisas, Hort del Gat, ampliación para urbanizar huertos, El Travalón, el solar de Jayton para instalar otro Gran Teatro....) y otra cosa muy distinta es mantener todo eso. Estamos de acuerdo. “Menos es más” le replico, apelando a la máxima de Mies Van der Rohe. Menos, y cuidado a tope. Por cierto, la Basílica de Santa María, sede de las representaciones de La Festa, se nos cae a pedazos: ¡ay¡

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