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entre la playa del Arenal y la cala Sardinera

La acequia de la noria, en Xàbia: una joya romana poco conocida

26/03/2023 - 

ALICANTE. Como es sabido, la provincia de Alicante cuenta con numerosos yacimientos romanos. Encontramos ciudades, villas rústicas, puertos, instalaciones industriales marítimas, necrópolis y monumentos funerarios. Asimismo, se han hallado materiales de todo tipo como cerámicas, ánforas, anclas y monedas.

Entre las denominadas instalaciones industriales marítimas se encuentra una obra poco conocida y de alto valor arqueológico que se distingue por su singularidad: La acequia de la noria (La séquia de la nòria, en valenciano) localizada en la costa de Xàbia, entre la playa del Arenal (donde está el Parador de Turismo) y la cala Sardinera. Su litoral es rocoso, formado por un tipo de piedra arenisca denominada tosca, resultado de la cimentación de la arena que formó dunas fósiles hace unos 100.000 años, y que desde tiempos inmemoriales se ha utilizado en la construcción.

Esta población de la Marina Alta, al igual que otras costeras de la provincia, albergó un asentamiento romano dedicado a las actividades pesqueras. En un primer periodo comprendió solo dos estructuras: una almadraba en la mencionada cala y una factoría pesquera en la Punta del Arenal que cierra por el norte dicha playa.

En la cala se colocó un cerco laberíntico de redes para atrapar peces, siendo el atún el más valorado. Las capturas se transportaban a la piscifactoría que estaba constituida por un conjunto de estanques excavados en la tosca (el mayor tenía 28 m de longitud, 7 m de anchura y 4 m de profundidad) que se comunicaban con el mar mediante canalizaciones, graduándose el paso del agua según interesase mediante un sistema de compuertas. (Hay yacimientos similares en Calpe y Campello, denominados desde antiguo como Baños de la Reina). 

Estos estanques servían de viveros para la producción de salazones y de garum, una salsa que era muy apreciada como condimento. El proceso de elaboración de estos dos productos era el siguiente. Primero se limpiaba el pescado y se le retiraban las vísceras y tripas. A continuación, la carne magra con la espina dorsal pasaba a las instalaciones donde se realizaba el proceso de elaboración de las salazones y las entrañas se depositaban con abundante sal en unas balsas —de menores dimensiones que los depósitos-viveros— donde fermentaban por la acción catalítica del sol y así se obtenía el preciado garum.

Probablemente, en esta primera época se trajera la sal de fuera, pero al comprobar el buen rendimiento del complejo pesquero y de que se precisaban cada vez mayores cantidades de sal se decidiera buscar un lugar cercano y formar unas salinas para su obtención. Encontraron una zona baja y llana próxima a la costa, idónea para el proyecto, conocida como saladar. El siguiente paso fue construir un canal que comunicase las salinas con el mar para ser abastecidas de agua, pero se toparon con un gran inconveniente: la orografía rocosa. Aun así, decidieron acometer esta ingente obra.

La acequia de la noria

Para realizar esta tercera estructura excavaron a mano un canal rectilíneo en el toscar, orientado hacia el este, de más de 280 m de longitud, unos 2,5 m de anchura y de casi 7 m de profundidad. Esta gran acequia, que se abría a modo de delta a la bahía, permitía captar el agua marina los días de temporal de levante y por su declive alimentar de forma natural la depresión donde se hallaban las salinas. La ubicación elegida nos indica el conocimiento que poseían los romanos de la meteorología y concretamente, en este caso, de los fenómenos costeros, es decir, la dirección y fuerza de los vientos y la altura del oleaje.  

Las salinas estuvieron operativas durante siglos, y a finales de la Edad Media o principios de la Moderna se decidió realizar modificaciones sobre el proyecto inicial debido a que las oscilaciones ocasionales del nivel del mar, disminuía durante largos periodos la entrada de agua de modo natural a las salinas. Para ello se construyó otra canalización de menor longitud, orientada al noreste, que conectaba con el canal principal para así aumentar su caudal. Además, en esta nueva obra se excavaron dos estanques interconectados y en uno de ellos se incorporó una noria de madera que, movida por un animal, impulsaba el agua hacia el canal mayor. De esta manera, se abastecía a las salinas cuando carecieran del aporte necesario, pero no para llenarlas por completo (el rendimiento de la noria con el animal sería mucho menor que cuando había temporal), sino para que mantuvieran unos niveles hídricos óptimos. Desde entonces, este mecanismo ha dado su nombre a esta estructura. (Tanto acequia/séquia como noria/nòria son vocablos de origen árabe: assáqya/na‘úra). Posteriormente, se construyó otra canalización, aprovechando la embocadura de la anterior, para que aportara una cantidad adicional de agua al canal principal.

Cuando las salinas dejaron de utilizarse, se depositaron piedras y tierra en el lecho de la acequia con el fin de eliminar su declive y así evitar que el agua del mar alcanzase el saladar (en la actualidad es suelo no urbanizable por el riesgo de inundaciones por lluvias torrenciales). A fecha de hoy, aún se puede ver cómo los días de temporal el agua penetra unas decenas de metros en el canal principal. Esta construcción ha resistido el paso del tiempo debido a la resistencia de la piedra tosca, siendo una singular obra que puede contemplarse hoy día casi sin variaciones a como fue entonces. 

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