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À Punt, ¿la veu de tots?

31/10/2021 - 

Este lunes, À Punt hace una retransmisión especial sobre el Misteri d'Elx y la representación extraordinaria que se celebra este 1 de noviembre. El jueves, la cúpula directiva del ente televisivo valenciano nos convocó a los otros medios de comunicación de Elche y de Alicante para transmitirnos que con motivo de este evento, comenzará una campaña À Punt, la veu de tots, con la que pretende acercarse a más puntos de la Comunitat Valenciana.

Se han cumplido tres años del nacimiento de À Punt y de la reapertura del canal televisivo autonómico que se cerró en 2013, de manera traumática (para algunos), con una deuda espantosa y una plantilla desmesurada. Desde entonces, la nueva televisión ha hecho lo que ha podido: poner en marcha un canal (de radio, televisión y web) de nuevo, darle cariz independiente y profesional e intentar borrar todo lo malo que dejó la etapa de Canal 9.

À Punt siempre generará debates, defensores y detractores. A los que no le gusta que exista una televisión íntegramente en valenciano o que promocione el valenciano, no hay que perder el tiempo en convencerlos. No sigan leyendo, si quieren. Yo soy de lo que piensa que si debe existir una televisión pública, debe ser en esas condiciones: su función es esa, promocionar la lengua autóctona. Si no, no hace falta tenerla. Nos apañamos con el informativo territorial de la Primera.

Si uno le echa una leída a la Ley de Creación de la Corporación Valenciana de Medios de Comunicación verá que no es fácil hacer una televisión autonómica. Se nota que  esa ley intenta repeler y poner controles frente a todos los males por los que murió y fue cerrada Canal 9. No se trata de una ley perfecta, sé que hay complicaciones por cumplir sus objetivos, pero quizás con el tiempo se pueda mejorar. Es lo que hay: el mandato era hacer una televisión en esas condiciones y con un presupuesto de 55 millones de euros, que es lo que tiene actualmente, aunque hay voces, de dentro y de fuera, que reclaman un aumento de sus cuentas, y otras incluso, que se rebaje. Actualmente, tiene unos 460 trabajadores frente a los 1.800 que tuvo Canal 9, que llegó a sobrepasar los 300 millones de euros de presupuesto. No hace falta recordar, además de su abrupto cierre, los casos de corrupción que afectaron al ente televisivo y otros episodios negros de personas que trabajan allí. 

Lo dicho, montar una televisión, y hacer lo con la sombra de la etapa anterior no es fácil. Además, con un presupuesto tan encorsetado. No tengo dudas de que À Punt cumple con principal objetivo, otra caso es conseguir que tenga éxito -al menos el que se marcó en el contrato programa-, que siempre será discutible, en función de los ojos en los que se mire -insisto, a los que no les gusta que exista, no hay que perder el tiempo en convencerlos- y una cosa es que consolide o amplíe su verdadero fin: convertirse en una herramienta indispensable para dar a conocer la Comunitat Valenciana en ella misma, que es el gran reto de ésta autonomía, que nos conozcamos más entre nosotros. 

Más allá de los informativos (también será discutibles, en función de quien gobierne) y de los programas, el gran reto que tiene 'À Punt es que se ha puesto ahora, ser la veu de tots. No es fácil conseguirlo. El reto es de los directivos, por su puesto, pero sólo lo conseguirán si los profesionales que allí trabajan logran ganarse a todo el respetable, sea punto que sea y, sobre todo, si ayudan a conocer y a promocionar la particularidad de cada municipio o comarca. Pero, insisto, la misión es de los profesionales; cuando más alejadas estén las manos de los políticos, mejor. Los profesionales son los que se tienen que meter a la gente a la butxaca incorporando a toda la diversidad de la Comunitat Valenciana. Me consta que los esfuerzos de los directivos van por ahí, pero también es verdad que no lo han conseguido todavía. Los políticos no van a ayudar, máxime cuando hay partidos que no la quieren, y el que gobierna, como casi siempre, quiere que hable bien de él. Por eso, que 'A Punt genere consenso social pasa por sus profesionales, y porque pateen el territorio y hablen de él, y se consolide una industria audiovisual autonómica, con una colaboración con (y entre) todos. Se trata de hacer unos medios de comunicación colaborativos, no de que hagan la guerra por su cuenta. Pero queda camino, y no es fácil porque hay una nueva generación que es difícil de enganchar. No sólo para que mire la televisión, sino para que tenga las mismas preferencias culturales y entretenimiento que los de la generación anterior. Aunque se ha mejorado desde el inicio, el reto sigue siendo doble: hacer, y convencer.



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