Leo lo que escribe Xavi Moret acerca del descalabro de Cierval y me siento como Kafka ante el estallido de la Gran Guerra. Por la tarde, clase de natación. Solo que en vez de dedicarme a macerar mi cuerpo en cloro, lo que debería hacer es leer más para no tener que recurrir a citas tan trilladas. En resumidas cuentas, que la patronal autonómica se cuela por los desagües de la mala gestión. Nada nuevo. Todas lo han hecho. Curiosamente, desde que la mira telescópica de la Justicia empezó a apuntar al entrecejo de la corrupción y en el dominó de la economía valenciana fueron empujándose progresivamente las fichas de la política, la banca y las contratas suburbiales. Parece como si el único sustento de las asociaciones de empresarios de las tres provincias fuera el dinero público y en cuanto han comprobado que tienen pinchados hasta los números rojos, los grandes gestores del motor económico han decidido encerrarse en casa a ver el fútbol y leer el Financial Times. Pero no, no puede ser. La mayoría no sabe inglés.
Llamo a los que saben de economía y me confirman que, efectivamente, las patronales son clubes privados en el que los socios esconden nuestro dinero bajo tres vasitos, preguntan dónde está la bolita y nos pasan la cuenta de la cena. Ocasionalmente, negocian convenios colectivos con el Consell y reparten el maná de los cursos de formación para desempleados a los que jamás ofrecen un contrato digno. Las patronales, o más bien sus dirigentes, sirven también para nutrir de titulares a las pocas páginas salmón que van quedando. O a las secciones de Economía de los medios, así, en general. Y ya. Ustedes y yo, por la tarde, a nadar. Su acceso a un empleo, su acceso a cursos empresariales, su acceso a ayudas para la creación de empresas, su acceso a estímulos para desactivar el elevadísimo porcentaje de paro de este país no se resentirán después de la desaparición de Cierval, como no se resintieron tras el hundimiento de Coepa o CEC.
Sigo leyendo a Xavi. Al parecer, la CEV, patronal valenciana, quiere reflotar el asunto, vertebrar la Comunidad y agitar el mercado de fichajes. Se han subido al carro los fabricantes de cerámica de Castellón (Ascer) y los hoteleros de Benidorm (Hosbec), dos entidades que, así, desde lejos, como se contempla la arboleda de gráficos económicos cuando no se tiene dinero ni conocimientos, parecen solventes. Con pocas personas me he cruzado yo en mi trayectoria periodística que fueran tan directos y tuvieran las cosas tan claras como Toni Mayor, deán de la catedral turística de la Costa Blanca. Pero de nada servirán sus nuevas cuotas y reuniones si solamente se dedican a jugar al Monopoly con monóculos de ver de cerca. El empresariado debe mirar hacia arriba, apretar al Gobierno y no dedicarse a cepillarle los hombros tras cada encuentro. Y debe también mirar hacia abajo, favorecer la competencia (en todos los sentidos de la palabra), trasladar las condiciones de sus trabajadores al siglo XXI y aportar ideas para arrancar a los parados de la digestión lenta e inútil de los servicios de empleo públicos. Si no, volverán a fracasar como lo han hecho hasta ahora todas las patronales. Y nosotros, seguiremos haciendo largos en la piscina olímpica de nuestra miseria.
@Faroimpostor