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la yoyoba / OPINIÓN

“A mi me pone Anna Gabriel”

1/12/2017 - 

A veces una tiene la suerte de tomarse un café o unos tintos de verano con sus ídolos. A mí me ha ocurrido, y cuando eso pasa hay que contarlo como hizo Luis Miguel Dominguín tras yacer con Ava Gardner. En apenas una semana he paseado por Alicante con la escritora Almudena Grandes y por Elche con los periodistas Enric González y Ramón Lobo. La primera venía a firmar ejemplares de su última novela “Los pacientes del doctor García” en la FNAC y yo era la encargada de presentar a una autora que no necesita presentación. Mi función era totalmente accesoria, prescindible, un puro postureo, así que puse mis cinco sentidos para no pasar desapercibida ante el vendaval que se desata cuando aparece la Grandes. El tren llegó con retraso. Mi observación participante a fuego lento se tuvo que concentrar en el chupchup de un caldo de avecrem. Así que me puse a mirar de cerca a la mujer. A la escritora ya la conocía porque se deja ver tras cada renglón de sus novelas. “Si hoy es martes, esto es Alicante”, dijo Almudena nada más salir de la estación mientras sacaba de su bolsaco un vapeador Philip Morris con el que se consuela desde que decidió abandonar el tabaco. “Hace un par de meses me lo recomendó Pepa Bueno y va de maravilla”, me explicaba sin siquiera haberme preguntado el nombre. Sin una pizca de maquillaje en su rostro, con zapatos planos, vaqueros y el pelo aplastado por la butaca del tren, me resultó extremadamente tierna y mucho más delgada que en la tele, pero no se lo dije. Solo la escuchaba. Su vida ahora es puro márqueting pero cuando pase navidad se pondrá a trabajar en su próxima novela que empezará a escribir en verano. “Transcurrirá en un hospital psiquiátrico de los años 50 en una España sin esperanza”, explicaba mientras a mi se me hacía la boca agua. Dice que está deseando ponerse las zapatillas y recluirse en casa. Lo tiene todo controlado, hasta sus personajes. “A mi ya no se me rebela nadie. Con Lulú me pasó. Yo quería escribir una cosa y ella hizo lo que le dio la gana pero ahora soy yo quien sujeta las riendas. Es lo que tiene la experiencia”. Confesó ante sus lectoras que su protagonista favorita es Inés (de Inés y la alegría) y que el personaje que hilvana todas las historias de sus Episodios de una Guerra Inteminable es Pedro el Portugués a quien tendré que mirar con más atención. Luego se fue. La esperaban a cenar en otro sitio.

Pocos días después me dediqué a observar de cerca a dos periodistas de fiar. Ya no quedan muchos. Habían venido a Elche para participar en el Seminario Internacional Ryszard Kapuscinski que organiza la titulación de Periodismo de la UMH. A Enric González no le había visto antes, solo le había leído. Es como Richard Gere con orejas de soplillo y una tristeza profunda que se acumula en las bolsas que le cuelgan de los ojos. A Ramón Lobo, en cambio, sí le conocía. Es nuestro periodista de cabecera en la universidad. Siempre está cuando se le requiere. “Te veo mucho más delgado”, le espeté a bocajarro como si le hubiera visto ayer. “Estoy a dieta. Tengo que perder la barriga para conquistar a una mujer”. Bueno el no fue tan fino así que, a pesar de las proteínas y los tintos de verano para cenar, comprobé que con más o menos kilos seguía estando en forma. Si tuviera que poner un título a nuestra conversación sobre el todo y la nada sería éste. “A mi me pone Anna Gabriel. Y me pone más todavía la actriz que la interpreta en el Polonia”. Perdón por desvelar la confidencia, pero ¿no es para comérselo?. @layoyoba

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