Desde ayer volvemos a ver las caras completas, las sonrisas, las muecas, los dientes dientes. Yo no sé a ustedes, pero a mí me da la impresión de que esto es el fin de algo y el principio de otra cosa. El fin de la pandemia y el principio de la nueva normalidad. ¡Ojo!, es verdad que no ha acabado ni mucho menos, pero en estos días de vacaciones, de reencuentros y de procesiones he vuelto a besar y ser besada y abrazada por la calle por personas que no son de mi grupo burbuja y ha sido un chute de oxitocina tremendo. Hemos podido ver las caras de la gente con la que hablas a diario en el trabajo, en la compra, en la cafetería o el kiosco.
Yo si he dado carpetazo al covid. Lo siento. Sé que nos recomiendan no bajar la guardia y que la pandemia aún está ahí, pero lo necesitaba. Necesitaba asentarme en certidumbres, hacer planes a medio plazo, organizar la vida sin esa losa encima. La mascarilla en interiores era lo último que faltaba para sentir que nos hemos recuperado de este durísimo trance. Hay todavía secuelas y daños colaterales, económicos y sanitarios, pero vamos intentar mirar adelante ¿no creen?
No me tachen de frívola, por favor, soy muy consciente de lo que dejamos atrás y cada vez que salgo al balcón de mi casa recuerdo el tiempo que he pasado allí mirando al horizonte sin saber si podríamos volver a salir. Tampoco puedo olvidar las personas y las familias que hay detrás de la última cifra oficial que aparece en la web de Sanidad con los números de las personas que han muerto en Elche estos dos años por el covid, 329. En Crevillent 41 muertos. En Santa Pola 43.
La web de datos de la pandemia por municipios de la Conselleria de Sanidad se ha quedado congelada desde el 30 de marzo. Desde entonces ya no se ofrecen esas cifras que durante meses hemos ido actualizando cada martes y cada viernes. Aun la tengo en favoritas de mi ordenador y la he vuelto a consultar hoy para ver si seguía ahí. Y ahí sigue, no tardarán en desactivarla, así como el chatbot que te dice la tasa de incidencia acumulada. Pronto esos términos quedarán atrás y dejaremos de usarlos a diario para pasar a otra cosa. Me recuerda a cuando todos aprendimos qué es la Prima de Riesgo y durante meses la seguimos a diario. ¡Qué inocencia, pensábamos que una crisis económica era lo peor que nos podía pasar! Aún no sabíamos de Danas, pandemias, volcanes y guerras en Europa.
Queda mucho por hacer y saber y afortunadamente se va a seguir investigando sobre este virus. Seguro que también se harán estudios, trabajos, tesis doctorales sobre cómo funcionó el sistema de salud, cuáles fueron los errores que se cometieron y cuales los aciertos. Analizarán a posteriori qué debíamos haber hecho, planificado o dicho. Y nos servirá para estar mejor preparados para el futuro. Seguro que desde el punto de vista personal también la mayoría de nosotros hemos pensado lo que hicimos aquellos días y cómo, sabiendo lo que sabemos ahora, actuaríamos si volviera una situación similar.
El tiempo irá haciendo su trabajo y esto formará parte primero, de los estudios como digo y más tarde de los libros de texto. Y se quedará en una etapa más de la historia de la humanidad que ni siquiera, con toda probabilidad, será un antes y después muy marcado cuando la cuestión se vea con la perspectiva de un buen puñado de años. Ha habido pandemias no muy diferentes no hace tanto...