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'Young & Beautiful': No pesan los años, pesan las expectativas

El filme de Marina Lameiro explora la vida de cuatro jóvenes que renuncian a madurar, un signo de nuestro tiempo

26/09/2019 - 

Will you still love me
When I'm no longer young and beautiful?

Lana del Rey - Young & Beautiful

VALÈNCIA. Estás en mitad de una aventura sexual, a cuatro patas, y de repente notas que sobre la zona pélvica se mueve algo que no esperabas. Sigues pero te intentas fijar, y de repente ves que te cuelga piel flácida del estómago, un colgajo. Pasas por unas ruinas y te pones a reflexionar sobre el paso del tiempo y sobre las consecuencias de no tomar el toro por los cuernos. Decides abandonar tu sueño de vivir profesionalmente de la creación, porque aquello de compaginarlo con "un trabajo de subsistencia" ya se te ha borrado de la cabeza. En medio de un ambiente casi depresivo, le preguntas a tu hija si está mejor contigo o con la abuela, y responde que la segunda. Todo esto son situaciones que rodearon a cuatro jóvenes, que salen de la treintena: son Iker, Nais, Ione y Das. Y detrás de la cámara, su acompañante en los tormentos de aquello de hacerse mayor, Marina Lameiro.

Young & Beautiful, premio Rizoma 2018, se presentó ayer en La Filmoteca con presencia de su realizadora. El film documental, también disponible en Filmin, es el resultado de un proyecto de retrato de cuatro personas cercanas a Lameiro que trazan, desde vidas y prismas muy diferentes, un problema existencial común: el mundo va más rápido que yo, mi proyecto vital sigue borroso, y la vida y el cuerpo son hostiles ante lo que me gusta. 

Iker canta y se niega a trabajar, su vida hedonista es también una vida plagada de precariedades, de guantazos de realidad, mientras espera poder tener algo a lo que aferrarse. Nais acaba de separarse de su marido y, de vuelta a la casa de su madre con una niña a cargo, no termina de ver cómo emanciparse y trazar su propio camino. Ione vive la vida al minuto y no ha perdido el espíritu ravero; mientras, su entorno se embaraza, emigra o monta fiestas de queso y vino. Das ha decidido dejar de bailar porque necesita una vida más tranquila, en la que expresarse no le suponga un tormento.

Estas son las cuatro historias que Lameiro presenta sin más internvención que la de estar ahí, acompañándoles. Son retratos solitarios, copados por conversaciones casi existenciales, de las siempre se saca algo, de las que se evitan. Reflexiones de un mundo que ha establecido unos plazos a los que mucha gente de la generación millenial y Z no quiere o no puede responder. "Nuestros padres y madres, cuando eran jóvenes, querían tomar el protagonismo de la vida adulta por un futuro esperanzador, pero nosotros vemos que el mundo va a ser una mierda, y por eso hacemos el camino contrario, negarnos a formar parte de la esfera adulta", comenta Lameiro en conversación con este diario.

La cámara de la realizadora navarra siguió durante dos años a sus amigos para retratar su lucha contra el tiempo y las expectativas, que por defecto o por exceso, no responden al canon actual. "¿Se puede vivir de la creación?", pregunta Das. "¿Se puede vivir sin crear?", responde Marina. La presencia de ella misma, que no esconde su presencia tras la cámara, sino que forma parte de sus cruzadas personales: "en el montaje eliminé algo de mi presencia porque resultaba algo antipático, pero es inevitable que me interpelen porque buscan respuestas o un apoyo de algún tipo", cuenta la directora. 

De hecho, a pesar de que inicialmente el proyecto estaba pensado para hacerlo en solitario, Lameiro terminó delegando en Diana Toucedo (Trinta lumes) el montaje: "tenía que tomar distancia con las historias, no me salía la película. Luego, una vez conseguida la financiación, Diana y yo teníamos el primer corte en cuatro días y el montaje final en dos semanas".

La torpeza de la cámara, que improvisa en favor de la conversación. El metraje, de tan solo 72 minutos, acaba despertando una empatía unánime entre el público, a la que ayuda elementos cómicos, de simpatía, entre los que se esconde parte del tormento. El colgajo del estómago es en realidad el principio de una disconformidad con tu cuerpo. Y cuando tu hija repita machaconamente que su abuela es más guapa, lista y divertida que su propia madre, recién separada, se abre un abanico de pensamientos que actúan directamente sobre el autoestima.

Con todo esto, Lameiro construye un reflejo, no de su alrededor, sino de una generación de jóvenes a los que los plazos impuestos, el paso del tiempo, y las expectativas consensuadas, no les sirven. No es cuestión tanto de empoderarse del qué sino del cuándo y el cómo. No pesan los años, pesan los hijos que aún no tienes, el arroz que se te pasa y la carrera que tienes que acabar. 

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