a tota virolla 

Y l’Alqueria del Pi resucitó: cómo se reinventa el modelo desde Alfafar

La salida de la histórica alquería rural de l’Horta Sud de la lista roja del patrimonio, planteó un nuevo frente: cómo debía adaptar su uso a un tiempo en el que ya no sirven las fórmulas de hace tan solo una década

24/07/2021 - 

VALÈNCIA. Los edificios históricos suelen conllevar un gran peligro cuando adquieren la condición de fetiche arquitectónico. Corren el riesgo involuntario de hacernos creer que tienen vida propia, que se se alimentan por sí mismos, que se limpian sus extremidades por la mañana. Cuando eso sucede, se incurre en la paradoja de preocuparse más por el edificio que por aquellos que deben mantenerlo. Con lo cual no se acaba teniendo a quienes los mantengan y, finalmente, tampoco se conserva el edificio.

L’Alqueria del Pi, en Alfafar, ha conseguido sortear el peligro después de meterse de lleno en él. Hay dos fechas simbólicas de su existencia (casi extinción) recientes: 16 de noviembre de 2014, su caída hasta la lista roja del patrimonio, el catálogo que encajona aquellos elementos patrimoniales en riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial; y el 8 de marzo de 2021, con su entrada en la lista verde, la casilla de aquellos que lograron escapar al corredor de la muerte.

Su recuperación, con el impulso del ayuntamiento de Alfafar y los fondos FEDER de la Unión Europea, prolonga la memoria, reubica el tiempo de la vieja alquería, arquetipo de las viviendas de l’Horta Sud en los siglos XVII y XVIII. Expresión de las construcciones rurales en los bordes de la Via Augusta, con un muro almenado lindando y construido para defenderse los bandidos. El equipo de Hidalgo Mora -quizá uno de los más brillantes recuperadores de patrimonio en el territorio-, puso en valor los principales fuertes de l’Alqueria: sus vigas de madera, las tejas, el pavimento cerámico e hidráulico…


Pero, en ese regreso al mundo de los vivos, la reinserción: el ‘y ahora qué’. En la búsqueda de esa respuesta, Tony Murphy, de la consultora cultural Culturalink, en colaboración con Econcult, llegó junto a su equipo a una primera conclusión tras recibir el encargo de replantear el uso a futuro de un conjunto donde la memoria pesaba toneladas. No servía con hacer aquello que se suponía que debía hacerse. Aunque debía mirar a su comunidad y a su entorno inmediato, con la cultura como aglutinante; debía ser puntal para las 100.000 personas que viven en la región de la sèquia de Favara, como nodo conector para la creación en l’Horta Sud; debía contribuir a la comprensión renovada del territorio huerta, superando la visión bucólica, como un observatorio ambiental renovado, proyectando una conciencia profunda del valor de l’Albufera.

Con esas premisas, y en compañía de Murphy, abrimos el candado del plan que propulsa el porvenir de l’Alqueria con tres motores que no solo hablan de recuerdos, sino de una nueva forma de plantear el patrimonio histórico.

La renovación del modelo de centros de interpretación patrimonial…

“La recuperación de la Alqueria del Pí ha estado desde un primer momento guiada por la voluntad de convertir el edificio histórico en un centro de interpretación patrimonial alrededor de la vida de la Albufera. Esta aproximación, en cualquier caso, rehúye de inercias y se fundamenta en una visión crítica del modelo dominante de centro de interpretación patrimonial en el Estado español. Se trata de poner en marcha un centro de interpretación, sí, pero de nuevo cuño. A pesar de contar con una numerosa cantidad de experiencias prácticas, el centro de interpretación en España es a día de hoy un modelo de espacio cultural manifiestamente fallido.


Su emergencia está vinculada de manera clara a un periodo expansivo en el que existían grandes facilidades para la creación de infraestructuras sin necesidad de planes que las hiciesen sostenibles. El panorama que dibujan estos equipamientos se muestra monótono, rutinario y escasamente estimulante, cosa que se sitúa lejos de la inquietud de la interpretación patrimonial por generar conexiones emocionales-intelectuales y también del afán del turismo cultural por configurar una oferta de calidad que merezca ser visitada. El esfuerzo continuo que exige toda la gestión post-apertura hace que numerosos centros de interpretación languidezcan o directamente cierren.

Sólo la mitad de los centros de interpretación en el Estado español funcionan de manera sostenida sin incidencias detectadas (la otra  mitad o están cerrados o abren intermitentemente). En último término, los recursos invertidos en la creación de centros de interpretación se sitúan muy por encima de los resultados obtenidos. Esto genera deslegitimación y juega a la contra de la consolidación de la idea de interpretación patrimonial en el territorio español.

En consecuencia, desde el análisis de la perspectiva de la experiencia acumulada la Alquería del Pí de Alfafar se plantea como un proyecto que pretende superar las debilidades y conjurar las amenazas detectadas en los centros de interpretación convencionales, para proponer un proyecto que plantea una relación densa y de calidad con su contexto socioeconómico y con las distintas escalas del territorio donde se ubica. Aspira a ser un centro de interpretación revisado,  complejizado, desbordado y de clara contemporaneidad”.

La renovación en las relaciones entre inversión privada y ámbito público…

“La apuesta por la colaboración público-privada responde a la voluntad de generar un modelo renovado de espacio para la cultura. La decisión de plantear un modelo de gestión indirecta para la Alqueria del Pí responde a la inquietud por dar lugar a un espacio que no quede constreñido por las fórmulas tradicionales del equipamiento público (...). Como alternativa a ciertas limitaciones, el marco estratégico apunta hacia nuevos paradigmas de espacios culturales caracterizados por su funcionalidad, por la flexibilidad y organicidad de sus modelos operativos (...). El proyecto se sostendrá en un modelo de gestión indirecta o externalizada apoyada en una concesión administrativa, debiendo garantizar tanto la obtención de los objetivos propios de la lógica pública como la sostenibilidad económico-financiera en clave de rentabilidad empresarial”.

La renovación en la mirada metropolitana...

“La ciudad de València genera un área funcional efectiva que comprende 90 municipios que suma una población de 1.781.772 habitantes. Mirando hacia este nivel geográfico, la Alquería del Pi puede plantearse como un espacio de oferta experiencial y activa relacionada con la gastronomía, la ecología y la cultura local.

Exprimir la belleza del espacio construido, dar singularidad a sus contenidos, prestar atención a la comunicación que allí se genera y promover la interacción social serían líneas de actuación que -apoyándose en las buenas condiciones de accesibilidad y proximidad- permitirían atraer a la población del área metropolitana, a una parte de turistas que visitan la ciudad de València y a agentes del ecosistema educativo y sociosanitario interesados en un espacio que integra la didáctica territorial con el bienestar personal y colectivo.

Esta diversidad de segmentos y orientaciones sirve también para formular un proyecto versátil, que evite una excesiva estacionalidad”.

En la lista roja del patrimonio una frase lapidaria da la bienvenida: “Cuidad de vuestros monumentos y no tendréis necesidad de restaurarlos” (John Ruskin). La Alqueria del Pi, tras abandonar el corredor, se dirige hacia un destino donde poder mantenerse en alianza con su entorno.

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